No hay duda, cuando un hijo llega a nuestras vidas todos los esfuerzos se concentran en su adecuado desarrollo y crecimiento, desde una sana alimentación hasta la enseñanza de valores, es nuestra responsabilidad velar por ellos al menos durante su infancia y juventud temprana.

La educación de los nuestros en una prioridad para cualquier padre de familia, sin embargo, muchas veces nuestro entusiasmo por apoyarlos o nuestra ignorancia en el tema son contraproducentes y, en lugar de mejorar y apoyar su aprendizaje, termina entorpeciéndolo. Aquí algunos ejemplos claros.

Estudiar con ellos.
La tarea y el estudio es de los niños, no de toda la familia. Claro está que los padres tienen la responsabilidad de velar porque el pequeño pueda organizar sus tiempos de estudio y que tenga un lugar adecuado, pero no es su papel hacer las tareas. Esto no significa que si existen dudas los padres no puedan dar pistas o herramientas para sobrellevar las dudas.

Hacer de padres y maestros no trae sino problemas y complicaciones, crea conflictos familiares y dependencia, los niños se acostumbran a que haya alguien siempre sobre ellos para comenzar a trabajar.

Resolverlo todo
A decir de Benjamí Montenegro, del Equip Psicològic del Desenvolupament de l’Individu, «Los niños han de aprender a organizarse y a solventar sus problemas, a cualquier edad, y no hay que mandar a nadie corriendo a comprar tinta de impresora a última hora de la tarde porque al día siguiente ha de entregar un trabajo ni llevarle a la escuela el libro o el bocadillo olvidado; si los padres les recuelven todo con tal de que estudien, no maduran, no asumen sus responsabilidades ni aprenden a ser autónomos».

Focalizar todo en el estudio
Cuando te concentras por completo en el estudio de tus hijos dejas de darle importancia a otros factores igual de importantes; demuestra que te interesa la persona y no solo su educación. Todos deben de estudiar, saber organizarse, realizar tareas domésticas y saber relacionarse. Su vida y desarrollo emocional son muy importantes también.

Querer genios.
Joan Domènech, maestro del colegio Fructuós Gelabert de Barcelona, explica: “Todos quieren un hijo genio y les llenan la cuna de artilugios, abusan de juegos didácticos, se afanan porque aprendan muchas cosas y cuanto antes mejor, y esa sobreestimulación no sólo no influye en una evolución cognitiva más rápida, sino que a menudo tiene efectos contraproducentes en forma de problemas de atención o de falta de concentración”.

La educación es un proceso a largo plazo, los niños necesitan paciencia y ánimo; si tu hijo tiene dificultades con los primeros aprendizajes no desesperes. Considerar los malos resultados académicos como un fracaso reduce la autoestima de los niños y los incapacita cada vez más para obtener buenos grados.

Premiar las notas

No deben ni castigarse ni premiarse. La verdadera recompensa es el aprendizaje mismo, descubrir cosas nuevas; si es necesario un estímulo material, como un juguete o un regalo, para que el niño estudie, es señal de que algo no va bien.

Los premios pueden causar una frustración doble en tus hijos: si no alcanzan las notas requeridas para que se les premie se quedan sin notas altas y sin premio.

Disfrazar la vagancia.

Los padres suelen buscar algún transtorno psicológico para justificar las malas notas o el comportamiento de sus hijos; es una actitud sobreprotectora que daña a los niños. “Hay muchos niños que son incapaces de esforzarse en hacer los deberes o en estudiar porque son vagos, y eso es inmadurez, no un trastorno mental, y a veces se intenta disfrazar esa vagancia como intolerancia a la frustración o intolerancia al estrés, cuando lo que tienen es falta de autonomía”, comenta Montenegro.

Ejercer de detectives
Investigar las tareas pendientes, fechas de los exámenes, agenda escolar y demás actividades que le corresponden al estudiante crea desconfianza y no resuelve nada. Hay que aprender a confiar en las capacidades de los hijos y dejas que sean ellos mismos responsables de sus deberes.

Utilizar el estudio como condicionante
«Si no acabas la tarea no puedes salir a jugar» Emplear este tipo de frases solo refuerza la idea de que el conocimiento y el estudio son un castigo necesario para poder realizar otras actividades divertidas. Lo ideal es ayudar a que los niños descubran el placer de la lectura o del aprendizaje en sí mismo; no como un mal necesario del que no pueden escapar. Las tareas escolares no son un castigo.

Proyectarse en lo hijos.
«Que mi hijo logre todo lo que yo no pude» Es normal y sano querer el bienestar para nuestros hijos; lo que no es bueno es tener expectativas contrarias a lsosgustos y deseos de elllos. Muchos jóvenes terminan estudiando una carrera que no les gusta ni les hace felices solo porque el papá así lo desea, o por que «si mi papá y mi abuelo son abogados, yo debo serlo también». Hay que aprender a adecuar nuestras expectativas a las capacidades de nuestros hijos.
Lee también: Los estudios lo confirman: el embarazo se «contagia»

No respetar la línea escolar
La escuela y los métodos de enseñanza, por fortuna para todos, han evolucionado. Lo que a ti te sirvió en tu tiempo no tiene por qué necesariamente servirle a tu hijo. Es ideal que los padres busquen una escuela con la que compartan ideas y luego acompañar al pequeño en el aprendizaje, pero siempre respetando los métodos pedagógicos de la institución educativa. Si no estás de acuerdo con el profesor no se lo hagas saber en frente de tu hijo, esto puede logar que ellos aprovechen para manipular a unos y otros por igual.

La mayoría de las veces no es que queremos interferir en el aprendizaje, es solo que el no saber como apoyar a los propios hijos de manera adecuada puede llevarnos a situaciones en las que, en vez de fortalecer su desarrollo escolar y personal, lo entorpecemos. Nadie nace sabiendo ser padre o profesor, que no te de pena preguntar y asesorarte con un experto, para eso están.

¿Qué te parecen estos diez puntos, estás de acuerdo con ellos, agregarías alguno más? Deja tu oponión en los comentarios en facebook. Recuerda dar me gusta y  compartir este artículo para ayudar a más padres de familia.

Fuente:LaVanguardia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *