El maestro de la música que empezó tocando ‘a oído’ con intérpretes de ritmos folclóricos en Itaibe (Cauca) y se convirtió en el consentido de los dirigentes del Partido Conservador en Bogotá.

Olmedo Polanco/ Historiador y profesor de la Universidad Surcolombiana

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Teresa Díaz García empezaba a sentir fatiga o náuseas, a veces con vómitos, a los dos o tres meses luego de que el joven estudiante de música José Ignacio Olave Cabrera regresaba a Bogotá. El músico la visitaba en Itaibe (Cauca), por lo general, cada dos años. Primero nació Emiro (1940), luego José (1942), posteriormente Doris (1945), Antonio (1949), Hugo Alberto (1951) y Miller (1953). Carmen Cecilia (murió a los pocos años de nacida), Cecilia, Héctor Alfredo y Vicente, se sumarían a la familia.

“Cada visita implicaba un embarazo”, me ha contado Hugo Alberto Olave Díaz entre sonrisas. “Cada vez que nos encontramos en fiestas de hermanos, recordamos la manera como padre y madre conformaron nuestra la familia”, complementa Hugo Alberto desde Cali (Valle del Cauca). “Papá era hijo del ganadero Guillermo González y de Vicenta Olave (ambos oriundos de Paicol). Él tenía una finca entre La Plata y Nátaga. Ella era artesana porque fabricaba sombreros. Además, era panadera”, rememora su hijo que no ha olvidado las historias contadas por su tío Armando Gonzáles, profesor en Pitalito. Vicenta vendía sus productos en Paicol, La Plata, Pacarní y El Agrado.

En 1941, José Ignacio (Paicol, 19 de noviembre de 1920 – Pitalito, 20 de octubre de 2014), vivía en el sector de San Victorino, (Bogotá) y estudiaba música en el Conservatorio Nacional, adscrito a la Universidad Nacional de Colombia. Era hijo de la ilegitimidad legítima, pero su padre Guillermo apoyaba sus estudios en la capital del país.

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La divulgación de las músicas andinas colombianas a través de la Radiodifusora Nacional de Colombia, hizo parte de los compromisos del maestro Olave con el Partido Conservador. Fotografía: Archivo familiar.

Los mecenas conservadores

Felio Andrade Manrique (Tello, 14 de septiembre de 1926 – Bogotá, 14 de octubre de 2010), dirigente conservador del Huila, apoyó al joven Olave Cabrera con una beca que sumaría al apoyo económico de su padre Guillermo, con el fin de estudiar en el Conservatorio Nacional de Música en Bogotá desde 1941. José Ignacio asumió el compromiso de acompañar algunos eventos culturales del Partido Conservador, integrar la estudiantina durante los programas en vivo en la Radiodifusora Nacional de Colombia y amenizar las reuniones sociales de los dirigentes conservadores en el periódico El Siglo, guiado por Laureano Eleuterio Gómez Castro.

A propósito, el maestro Olave compuso a Laureano Gómez el pasillo ‘Gema azul en oro’. La obra musical dedicada al dirigente conservador se apoyó en la estructura de anagrama, que consiste en construir palabras como resultado de la transposición de todas las letras de otra palabra. (Asumo la tarea de buscar la letra del pasillo). El compositor opita era director del conjunto ‘Alma del Huila’ y había creado: “Estrella de mis noches”, “Caminando por el Huila”, “Negrita”, “Quesos y Besos”, además de otras obras musicales. “Alma del Huila, se formó inicialmente con profesores y estudiantes de la Normal Superior, de la Sagrada Familia y La Presentación de Pitalito”, me ha escrito desde Pitalito su hijo Hugo. Faiver ha sido el hijo que más compartió con su padre. Gracias a su ejemplo ha mantenido vigente al ‘Grupo Libertad’. A propósito, ‘Libertad’ cumplirá 40 años de fundación el 28 de octubre venidero.

Con relación al primer grupo artístico constituido por el maestro Olave, “Con un esfuerzo ejemplar y careciendo de recursos, ha formado las masas corales mixtas con cincuenta y cuatro voces… integradas por estudiantes del Colegio Nacional de San Agustín…”, escribió el corresponsal Vargas Meza. (Archivo familiar. El Espectador. Bogotá, 20 de octubre de 1959).

Retomo la composición de Olave a Laureano Gómez. La invención musical del maestro, de evidente narrativa ideológica, hizo parte de la programación que el Partido Conservador definió para conmemorar el 13 de julio de 1965, en Bogotá, el primer año de la muerte del dirigente nacional. “Formidable este Laureano Gómez, como una racha huracanada, firme, impasible y sonoro como un yunque propio para forjar los más finos montantes, las mejores corazas, las audaces quillas. El hombre tempestad a quien solo se puede amar u odiar… que deslumbra y hiere como el rayo y con el trueno de su voz colma las sordas oquedades del abismo y del pecado”, expresó Guillermo León Valencia.

Entretanto, Alberto Lleras Camargo expresaría: “Estoy vinculado afortunada e indisolublemente a una de las más grandes tareas de Laureano Gómez: la creación del Frente Nacional. Desde mi lejana juventud fui su compañero o su adversario y siempre profesé admiración a este grande hombre, que conmovió tan hondamente la conciencia popular de Colombia. Más de una vez recibí sus golpes, y en ocasión memorable su conciencia. Imposible negar la grandeza de quien sacudió la sensibilidad de su pueblo para que lo siguiera o lo combatiera…”

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El maestro Olave estudió en el Conservatorio Nacional de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá. Fotografía: Archivo familiar.

Olave como apoyo a los músicos empíricos

Jorge Villamil Cordobés (Neiva, 6 de junio de 1929 – Bogotá, 28 de febrero de 2010) no sabía leer ni escribir música. No obstante, componía canciones. Villamil silbaba y el maestro José Ignacio Olave Cabrera escribía las composiciones del reconocido autor de obras andinas como: ‘Espumas’, ‘Me llevarás en ti’, ‘Llamarada’ y ‘El Barcino’, por citar algunas.

“Mi padre era muy amigo del médico compositor. Villamil acudió varias veces a mi viejo para que le escribiera en el pentagrama algunas de sus obras. Él silbaba o tarareaba la melodía y mi padre escribía”, me ha contado desde Cali (Valle del Cauca), su hijo Vicente Olave Díaz.

Pablo Emilio Barrero Amaya, estudió música en el Conservatorio del Tolima y reside en Neiva hace más de 10 años. “La mayoría de los compositores de músicas andinas y tropicales en Colombia no sabían escribir en el pentagrama”, me ha expresado. “A pesar de no tener la habilidad de la escritura, se hacían entender para que el académico plasmara sus creaciones en las partituras”, recalca Barrero Amaya.

José Miller Trujillo – ‘Wiponga’ -, es compositor y está por estos días en la capital huilense. A propósito del tema, considera: “La inspiración es algo natural, se escriba o no se escriba música; se conozca la nota, como se dice popularmente. Porque mucho académico, mucho técnico no tiene la inspiración que tiene un compositor natural…”, afirma.

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Reitero que el maestro José Ignacio Olave Cabrera había iniciado estudios en el Conservatorio de la Universidad Nacional de Colombia. Cursó en 1941 las asignaturas de guitarra, dirigida por el profesor Jorge Núñez y Gramática musical con la docente Belén Steevens. Olave continuó sus estudios y matriculó las asignaturas de Armonía con el profesor Gustavo Escobar Larrazabal. Estudió contrapunto y asistió a clases de dirección de coros y orquesta, desde el 18 de agosto de 1947, dirigido por el profesor Jaime León. Además, había estudiado violín con el maestro Jonel Neiger y piano con el académico Pedro Villa. (Universidad Nacional de Colombia. Conservatorio Nacional de Música. Certificado de calificaciones. Bogotá, 18 de agosto de 1948).

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José Ignacio con su esposa Teresa Díaz García en Pitalito. Fotografía: Archivo familiar.

El maestro Olave regresó a Huila

José Ignació Olave regresó a Itaibe como inspector de Policía. En ausencia de su marido y antes de la hora del almuerzo, Teresa Díaz García debió abrir la puerta a una visita inesperada que golpeaba con insistencia. Aunque la presencia de los hombres que buscaban a Olave no le produjo náuseas ni escalofríos por el susto, sí le sorprendió la visita de Manuel Marulanda Vélez (Tirofijo), que buscaba al representante del poder policial con el fin de tramitar un permiso que le facilitara instalar un campamento en los alrededores de Itaibe.

“En 1952 llegó el maestro Olave como profesor de música a la Escuela Normal de Varones”, me ha contado la profesora Fabiola Peña Ortíz. En el Valle de Laboyos, el ‘Día del idioma’ tenía especial significación en los ambientes culturales, especialmente en Pitalito.

El sábado 23 de abril de 1966 terminaban los actos preparatorios para celebrar el día del libro y del bibliotecario. Los trabajadores de la cultura acostumbraban reunirse en el centro literario ‘Blanca Isaza de Jaramillo’. La mesa de trabajo estaba adscrita al Colegio de La Presentación. La emisora Radio Sur inició ese día  a las cinco y treinta de la tarde un programa especial que incluyó en su programación: palabras alusivas al día del idioma, tratado de bibliotecología de Miguel E. Fériz L., la poesía como expresión de los sentimientos y parte del idioma (por Dagoberto González), interpretación musical del conjunto ‘Alma Huilense’, dirigido por el maestro José Ignacio Olave, idioma y cultura (a cargo de Hildebrando Ángel), el idioma como vínculo de unión y progreso de las naciones (por Martín Cabrera) y finalmente, palabras de Jeremías Repizo. (Archivo Histórico. Radio Sur. 23 de abril de 1966).

Para terminar, en una de las obras del maestro Olave aparece un homenaje a la mujer morena, que es su esposa Teresa y madre de 10 hermosas criaturas, la mayoría de ellas gestadas en visitas de cada dos años.

“Itaibe Cauca te añoro tanto/Valle de Laboyos me vio crecer/por estos lares todo lo entrego/donde quisiera volver a nacer”, dice el coro de la composición ‘Itabe’, creación del maestro José Ignacio y su hijo Hugo Alberto. “Sin olvidar la morena/que de ella prendó su encanto/en bella tierra itaibeña/la herencia en ella enseña/la danza, el baile y el canto”.

Fuente la Nacion José Ignacio Olave Cabrera y sus primeras letras en azul • La Nación (lanacion.com.co)

por RAFAEL RODRIGUEZ

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