Frente a la crisis que vive el agro y el estado de abandono de los campesinos productores de papa, yuca, ñame, maíz y plátano vale la pena hacer un ejercicio de memoria histórica.
En el año 1968 a través de una reforma administrativa se creó el Instituto de Mercadeo Agropecuario – IDEMA, una Empresa Industrial y Comercial del Estado que tenía como finalidad la regulación del mercado de productos de origen agropecuario mediante la compra, venta, almacenamiento, importación y exportación de cosechas.
El IDEMA garantizaba precios justos a los campesinos, contaba con infraestructura en todo el país para el acopio de alimentos y protegía la producción nacional de la competencia internacional, era una institución fundamental para el bienestar del campesinado.
En el año 1992, el IDEMA fue liquidado como consecuencia del proceso de apertura económica, las políticas neoliberales de ajuste estructural y la corrupción, una gran pérdida para el campesinado, la agricultura y la economía nacional. Desde entonces, la planeación en tiempos del neoliberalismo quedó a merced del mercado y las crisis se repiten de forma cíclica en el país.
Hoy como un antídoto a la crisis surgen iniciativas ciudadanas para comprar cosechas, iniciativas necesarias pero insuficientes, de igual forma los gobiernos de orden local y departamental diseñan estrategias para solventar la crisis, el ejemplo más claro es la comercialización de papa en los peajes de Cundinamarca y Boyacá, propuestas válidas y necesarias, pero insuficientes y limitadas.
El país debe cambiar de rumbo, debe recuperar la institucionalidad pública del agro y construir una política estatal de acopio, compra y comercialización de cosechas. Avanzar en la protección de la agricultura y garantizar la soberanía alimentaria es una necesidad urgente y debe ser una prioridad nacional.
Jorge Eduardo Díaz.
Ciudadano
 Ing Agrónomo e investigador Universidad Nacional

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