Como padres somos capaces de dar hasta la vida por nuestros hijos, pero en realidad que tan pendientes estamos de ellos, este es el interrogante que nace cuando frecuentemente mueren niños de forma accidental por un pequeño descuido de los adultos.

Por lo general cuando hay reuniones familiares, los adultos se disponen a platicar entre sí, preocupándose por preparar alguna merienda, o por compartir esos momentos que casi nunca se logran, es en estos escenarios cuando sin querer descuidamos a los niños, creemos que porque están jugando con otros niños estarán a salvo, pero de acuerdo con Andrea Stefany Beltrán Perdomo, Neuropsicóloga Infantil de la Javeriana y experta en manejo e intervención terapéutica y educacional de niños, “sólo a partir de los 6 o 7 años es cuando los niños generan conciencia de que corren algún peligro, antes de esa edad ellos no saben protegerse solos”.

Es por eso que la mayoría de los accidentes en los que se involucra la vida y la salud de los menores se presentan en sus primeros años, sólo unos cortos segundos de descuido son más que suficientes para que a un pequeño le pase algo, a veces no nos queda claro que los niños son responsabilidad directa de los padres y adultos.

Esta es precisamente la situación que se presentó en esta Semana Santa en dos circunstancias diferentes la primera, fue el lunes cuando un bebé de 22 meses murió por inmersión al caer a la alberca de su casa sin que nadie se diera cuenta a tiempo, el hecho se presentó en zona Urbana del municipio de Pitalito.

El segundo caso se presentó el viernes en zona rural de este mismo municipio ubicado al sur de Colombia, cuando un menor de tres años terminó accidentalmente ahorcado con el lazo de un columpio improvisado, el niño quedó solo y de manera inexplicable terminó enredado en el lazo.

Se hace necesario un llamado de atención para que nunca, bajo ninguna circunstancia nos olvidemos de los niños, no los podemos descuidar ni un segundo, por lo general cuando un niño fallece por esta causa, posteriormente además del dolor de la familia, se presentan culpas entre los adultos que estaban a cargo del niño y se desencadenan conflictos familiares.

Según la experta consultada, es una pérdida que va en contra del tiempo, por tal motivo es inaceptable e insuperable porque, no es sólo la pérdida física sino la pérdida de sueños, proyectos e ilusiones que se tenían para el niño.

“Las familias acongojadas gradualmente volverán a su ritmo de vida pero jamás superarán la pérdida por completo.  Sus vidas nunca serán como lo eran antes.  La familia como tal ha cambiado para siempre.  También quedará para siempre un espacio vacío a la mesa.  Todas las familias que han sufrido tal pérdida necesitan apoyo a corto y largo plazo cuando la muerte de un hijo es tan repentina.  Algunos también necesitarán apoyo en superar el miedo que se siente en pensar que algo trágico pueda suceder a otra persona. Sólo el tiempo y la aceptación permitirán apaciguar un poco el dolor”. Según indica compassionatefriends.com.

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