El 24 de enero un terrible accidente de tránsito cambió la vida de la familia Castillo Bolaños residente en el barrio San Gabriel del municipio de Pitalito, cuando Cristian Felipe se desplazaba a su jornada escolar en la institución educativa Liceo Sur Andino; siempre un amigo de su padre era el encargado de llevarlo a él y a sus hermanos en una motocicleta hasta el colegio donde adelantan sus estudios, ese día se le hizo un poco tarde y Cristian olvidó ponerse el casco de protección.

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El equipo de www.aldeasur.com, se dio a la tarea de hacer seguimiento a la situación de Cristian, específicamente porque varios medios de comunicación aseguraron que el niño había fallecido a causa del accidente, horas después, asunto que nunca fue cierto.

La oportuna atención de bomberos voluntarios de Pitalito, permitió su traslado hasta la unidad de urgencias del hospital San Antonio donde Galenos especialistas en neurocirugía lo intervinieron quirúrgicamente para poder estabilizar su salud, dando un pronóstico reservado y pocas esperanzas en su recuperación.

Sin embargo por la edad y la fortaleza que mostraba el joven y su familia, fue remitido hasta la ciudad de Neiva ese mismo día, bajo un coma inducido y con estricta supervisión médica especializada, debido a que parte del lado derecho de su cráneo resultó gravemente fracturado, inflamándose su masa cerebral y expulsando líquidos causados por el golpe que  obligaron a la instalación de una sonda que ayudara al drenaje de los mismos.

“Durante el eterno viaje a Neiva en esa ambulancia, lo único que hacía era orar y con un poco de rabia le refutaba a Dios por qué mi niño, a pocos minutos de llegar a Neiva presentó un paro respiratorio y aunque sólo podía verlo por la ventanilla de la cabina le gritaba que no me dejara ahora, que yo no podía volver a la casa sin él, a la velocidad qué más pudo el conductor de la ambulancia aceleró hasta que llegamos a la clínica donde lograron estabilizarlo, un tubo por el que respiraba le estaba haciendo una mala presión” Asegura con angustia Faiver Castillo padre de Cristian.

En su afán por mantener a su hijo con vida Faiver, motivó a Cristian todo el tiempo, siempre impulzándolo a vivir, acción que seguramente permitió que el niño no partiera de este mundo.

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Cristian es el segundo de cinco hijos, su familia lo llama “tesoro” por su especial forma de ser y gracias a la viva fe de su familia y las cadenas de oración que se extendieron, Cristian logró superar todo pronóstico, le quitaron la medicación que lo mantenía bajo el coma inducido y permitieron que el joven empezara a reaccionar por sí solo, y a valerse por sí mismo.

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Hoy Cristian después de un mes, está de nuevo en casa milagrosamente tiene lucidez total de todo, su cuerpo funciona de manera normal, sin embargo no ha podido recuperar la movilidad total de su mano y pie derechos, por lo que requiere ayuda para movilizarse, comer, vestirse y demás acciones personales.

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Su madre cuida de la familia y el hogar, pero ahora debe cuidar más que nunca de Cristian, su padre es ornamentador y con el sustento diario mantiene a la familia, pero luego de suspender por un mes su labor para estar al tanto de lo que acontecía con Cristian y sus otros hijos, las deudas se incrementaron y deben iniciar ahora una serie de terapias que requiere el niño para su total recuperación con la esperanza de volver a caminar por si solo y con normalidad en al menos un mes, circunstancia que requiere de dinero extra para poder avanzar con el tratamiento, según como evolucione en su recuperación, Cristian podrá volver al colegio en aproximadamente 2 meses.

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“Esta realmente fue una oportunidad de vida para mí, con el milagro que Dios hizo en mi hijo, aprendí que como ser humano debo cambiar muchas cosas, reforzar el amor a mi familia, reactivar el diálogo con mis hijos y mantener la fe, porque Dios es el único que lo puede todo” dice su padre con lágrimas en los ojos.

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Ahora la esperanza de la familia es que todo regrese a la normalidad, que la unión de la familia se fortalezca y que lo ocurrido solo sea una pasada experiencia que les brindó la oportunidad de volver a vivir.  

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“Definitivamente la fe, el apego a Dios y la entrega total de mi hijo al creador permitieron que el esté vivo, tanto así que mi vida empezó a cambiar desde ese día y gracias  a quienes oraron y a quienes nos apoyaron en esos inolvidables momentos de dolor”. Concluye Faiver

 

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