La pandemia se acelera en el mundo y obliga a frenar las desescaladas
El domingo se registraron más de 183.000 casos nuevos de coronavirus en todo el mundo, la cifra más alta en un solo día desde que comenzó el brote, afirmó ayer el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. De estos, 116.000 se produjeron en el continente americano, convertido ahora en el epicentro de la pandemia como antes fue Europa o, al inicio, Asia. El anterior récord de casos diarios fue el jueves pasado: 181.232 casos.
“La pandemia sigue acelerándose”, declaró Tedros en una conferencia virtual organizada por el emirato de Dubái. El jefe de la OMS subrayó un dato en particular. De los 9 millones de casos registrados en el mundo, el último millón se ha producido solo en los últimos ocho días. En cambio, hicieron falta más de tres meses para que se registrase el primer millón de casos.
El discurso de Tedros, cuya gestión al frente de la OMS ha sido muy cuestionada por varios países miembros, tuvo tintes políticos. “La falta de liderazgo y unidad para combatir el coronavirus supone una mayor amenaza que la propia pandemia”, lanzó el epidemiólogo etíope, a quien la Administración Trump acusa de ser una “marioneta” de los chinos. Sin mencionar directamente a Estados Unidos –que ha congelado sus fondos a la agencia– ni a China, Tedros lamentó que “la politización de la pandemia la ha exacerbado”.
La semana pasada, Tedros calificó esta nueva fase en que muchos países se están desconfinando de “peligrosa” y llamó a no bajar la guardia. De hecho, varios países que habían dado por superada la primera ola de la pandemia se han visto obligados a dar marcha atrás y reintroducir controles. Portugal, alabado como un caso de éxito en su gestión de la pandemia, sobre todo comparado con España, anunció ayer que reimponía restricciones en Lisboa para hacer frente a varios brotes surgidos en la capital. A partir de hoy vuelven a estar prohibidas las reuniones de más de 10 personas y las tiendas, bares y restaurantes deberán cerrar a las 20 horas.
Nueva Zelanda, que la semana pasada detectó dos nuevas infecciones (dos mujeres que habían visitado a su padre moribundo desde el Reino Unido) solo unos días después de que el Gobierno diera por eliminado el virus en su territorio, anunció la reintroducción de medidas de control en las fronteras, ante el aumento de ciudadanos neozelandeses que están regresando a su país. Todos los que entren en el país deberán pasar 14 días aislados y solo podrán irse con un test negativo.
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