El reto que tenemos este año los contadores públicos es ayudar a combatir la corrupción, porque por nuestras manos pasa toda la información, en especial por parte de quienes están elaborando los Estados Financieros de las diferentes organizaciones empresariales y particulares. Otro reto es la capacitación en Estándares Internacionales de Contabilidad y Aseguramiento, con su correspondiente práctica, y no solo en lo privado sino en lo público y lo social, porque este tema cambia el contexto de lo que estamos y hemos venido manejando con el Decreto 2649 y el 2650 de 1993, los cuales no fueron actualizados a medida de lo que sucedía en el mundo financiero. Además, se debe revisar junto con los usuarios –dueños de la información– o sus clientes, la implementación de unas políticas contables acordes a su necesidad.
¿De qué forma se tendría que reinventar la profesión para tener el lugar que se merece?
Primero, capacitar separadamente en las universidades y escuelas, como en otros países, a los contadores para que cumplan con funciones netamente de preparación y revelación de información financiera. De igual manera, se debe capacitar a los auditores para que cumplan con la función de control y aseguramiento de la calidad de la información, y también al revisor fiscal en sus funciones de fe pública y de atestar sobre todas las actividades de control integral de las organizaciones empresariales, tal como le fueron establecidas y que han sido el ejemplo a nivel mundial después de los escándalos de las firmas de auditores como Arthur Andersen en Enron y otros hasta nuestros días.
En segundo lugar, se deben lograr acuerdos o convenios entre las universidades y las organizaciones empresariales para que se realicen prácticas profesionales y de investigación, y de esta manera fortalecer la confianza de unos y otros en la formación de los futuros contadores, incluyendo la movilidad nacional e internacional tanto de docentes como de estudiantes.
En tercer lugar, es necesario tener la capacidad de aprender y adquirir los nuevos conocimientos de los Estándares Internacionales, los cuales ya son práctica diaria en otros países del mundo.
Finalmente, se requiere nombrar decanos y directores en los programas o escuelas de Contaduría Pública que posean experiencia en el manejo del sector real y académico para que tengan un mejor desempeño en el mejoramiento de la profesión.
¿Cómo se debe combatir un flagelo como es el de la corrupción desde el papel del contador público?
“sí se contratan docentes con salarios bajos, contadores llevando contabilidades a bajos costos y revisores fiscales con honorarios que no justifican la calidad de sus funciones”
Debido a que las universidades preparan a un contador público mediocre para que realice funciones de contador, auditor y revisor fiscal, es lamentable decirlo, como lo menciona el escritor Jorge Franco “hay personas que no les gusta que se muestre la realidad, entonces cambiemos la realidad”, pero sí se contratan docentes con salarios bajos, contadores llevando contabilidades a bajos costos y revisores fiscales con honorarios que no justifican la calidad de sus funciones. Dichos factores repercuten en la pésima calidad de la información de los estados financieros, ayudando a cometer fraudes en autoría de los administradores de las organizaciones, y por lo tanto estos se encuentren penalizados en la DIAN y la Junta Central de Contadores. Es necesario que se sancionen desde lo disciplinario y lo social, para que tomen escarmiento y se mejore la información con calidad y ética, y no nos obliguen a cumplir las funciones encomendadas mediante leyes de anticorrupción, como la 1474 del 2011 y la 1778 del 2016.
¿Qué le diría a los jóvenes que están próximos a graduarse para que esta profesión tome vuelo?
La exigencia en la preparación con calidad, en los idiomas, en las normas y que no vayan a la universidad simplemente por una nota y un cartón. Que realmente sean profesionales críticos con argumentos y competitivos en la calidad de sus trabajos sin dejar de lado los valores morales y la ética, no apoyando a quienes quieren enriquecerse fácilmente cometiendo actos ilícitos y fomentando la corrupción.
Desde su punto de vista, ¿qué es lo bueno, lo malo y lo feo de la profesión?
Lo bueno, es ser los médicos de las organizaciones empresariales y personas naturales que los requieren. Lo malo, aquellos que son mediocres y se convierten en “firmones”, perdiendo la ética y estigmatizando a los buenos profesionales de la Contaduría Pública. Lo feo, es que la profesión no se encuentre unida en la agremiación y esto ocasiona que se pierda el beneficio de todo lo que se podría hacer por el conflicto de intereses de algunos dirigentes.
Álvaro Fonseca Vivas, contador público, administrador financiero y Magister en Docencia, piensa que los profesionales contables del país deben combatir la corrupción desde las organizaciones empresariales. Coincide con otros profesionales del área en la necesidad de capacitarse en el tema de Estándares Internacionales de Contabilidad y Aseguramiento.