Cuenca como le dicen; tomó la ruta al colegio y se movía tranquilo como pez por el agua en la zona que él conocía y que era cotidiana hacia la casa de la colega, que era como su casa; sus manos en la cabrilla de la camioneta se mantenían firmes; Ella, su amiga de negocios y de letras lo esperaba con un tinto para establecer agenda de lo que seguía para el fin de año.

La Chiqui, después de escuchar el digital sonido del celular que le avisaba que en unos minutos llegaba, sin pensarlo se acomodó en la sala, vestida de color rojo como haciendo juego a las luces de navidad de su arbolito, que titilaban al ritmo de la música que se escucha donde el vecino, tomó un libro y  comenzó a cuadrar cuentas de los negocios ya establecidos.

El Joven ya entrando a los cuarenta, bien rapado y con su cabeza brillante, se movilizó rápido y golpeó la puerta de la casa fuerte y con afán.

Ella, joven y vital corrió y comprendió que algo pasaba, y que aún en ese momento, viéndolo frente a ella, solo escuchó de su gran amigo con miedo y con dolor

¡Me atracaron!

¿Cómo así? pregunto la Chiquilla con mirada oriental, pero al mismo tiempo con un gesto tranquilizador que él no respondió.

Ella fijó los ojos asustados en las llaves que él llevaba en la mano, apretó los labios y se puso a temblar. Cuenca la miró como no creyendo lo sucedido y solamente dijo ¡malditos ladrones!

La Chiquilla como él le decía agachó la cabeza y gritó —hijosdepu**** — sin ninguna prevención.

Luego descargó toda la rabia en una discusión de lo grave que esta la ciudad y llorando contra la cintura de Cuenca que sudaba rabia, lo tuvo abrazado por la cintura hasta cuando logró dominar la crisis.

Él se encogió de hombros.

—Mal Paridos ellos, que se roban hasta los huecos y las autoridades ni el alcalde hace nada. Dijo ella
—¿En qué piensas, que hacemos? dijo Cuenca
—Quedé en blanco —dijo ella.
La voz, de rabia matizada de registros de dolor, parecía más densa por el no poder hacer nada. Cuenca dio una última mirada a su cuerpo y le dijo —por lo menos no me pegaron un tiro, me voy a buscar a estos vándalos. —
Cuenca se estremeció. —Maldita sea —dijo, golpeando con los nudillos el marco de madera de la puerta de la casa. Buscó en sus bolsillos, se dirigió al vehículo y prendió el carro.

—¿Dime que te robaron ? —preguntó la Chiqui—. Has debido tener en cuenta que yo estaba aquí sin poder hacer nada, ¡Malditos! con una voz impotente. Gritó de nuevo.
—El problema era que no pude hacer nada y seguro me venían siguiendo —dijo Cuenca —. Me dejaron sin los equipos y con las manos vacías.
—En ninguna parte tenemos cámaras. Refutó Cuenca

—Así parece —dijo la Chiqui—. Eran como seis venían en motocicletas, esperaron queme bajara del carro, me encañonaron y me quitaron el celular, mi billetera y metieron las manos en mis bolsillos siempre con amenazas. — ¿que pasó después?. —Preguntó la Chiqui.

Se fueron como si nada. Fue en un minuto. —Contestó Cuenca — con la voz llena de rabia.

Ella hizo un largo silencio. —Después suspiró profundo — y dijo; — Ni el cura, ni el Periodista, Ni el Comerciante, se salvan; —¡que inseguridad tan malparida la de mi pueblo! —confirmó, sus lágrimas no paraban.

La Chiqui pensó —¿Será que el alcalde y la policía se fueron de la ciudad? —Los dos se miraron en silencio. —El aceleró el carro y se marchó sin decir nada. —
— Por fortuna no te mataron Cuenca — le grito la Chiqui, como agradeciendo no tener que vivir otro drama como le sucedió a una compañera de labor.

Las noticias en las redes titularon y desplegaron rápido la información;

“En el municipio de  Pitalito,cerca  al Guarapas una persona fue atraacada por una banda de maleantes cuando llegaba a la casa de una colega de labores luego de una jornada laboral.

El hecho ocurrió la noche de este martes 10 de diciembre en el barrio la Pradera.
Al parecer cuando la víctima llegaba a dicha  casa de habitación y se bajada de su vehículo, fue abordado por cuatro delincuentes que se movilizaban en moto, armados, lo insultaron y después de intimidarlo con una pistola , lo despojaron de sus pertenencias tres celulares, tarjetas de crédito, dinero en efectivo y documentos personales y de su vehículo.

Por fortuna el empresario no sufrió ningún hecho que lamentar en su integridad.

La situación de inseguridad en este municipio es preocupante, la cifra de asaltos y homicidios se han disparado drásticamente en los últimos días y en ese pueblo parece que no existiera ley ni orden.”

Puede escuchar las declaraciones aquí..

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