Representar en imágenes los procesos de empobrecimiento con íconos o referentes exclusivos de la población vulnerable es la tendencia de los medios de comunicación que, inevitablemente, crea estereotipos tanto en las comunidades marginadas como en las audiencias.
Niños negros o indígenas de los departamentos de Chocó y Valle del Cauca, vestidos con harapos en barcas de madera o en viviendas palafíticas, con desechos a su alrededor y fondos grises, es la principal imagen que utilizan los medios de comunicación para referirse al fenómeno del empobrecimiento en Colombia.
Así lo determinó la profesora Neyla Pardo, adscrita al Departamento de Lingüística de la Universidad Nacional de Colombia (UN) e investigadora del Instituto de Estudios en Comunicación y Cultura (IECO), en su análisis sobre el discurso mediático y los procesos de exclusión en los medios de comunicación.
La preocupación de mayor peso para la experta radica en el concepto que están desarrollando frente a la definición de pobreza. “La manera como quedan representados en imágenes los grupos marginados hace pensar el empobrecimiento como niños sucios sobre barcas en completo deterioro, rodeados de desperdicios y con escasez de lo que en occidente llamamos saneamiento”, asegura.
Para esta investigación, la especialista estudió alrededor de 900 fotografías publicadas en los principales medios de comunicación del país, como El Espectador y El Tiempo, desde 2012.
El análisis realizado consiste en estudiar fotografías y textos de artículos periodísticos sobre las personas que aparecen, específicamente la forma en que son descritas, su estilo de vestir, el estado del lugar donde se encuentran, su color de piel, expresiones faciales y todo aquello que los rodea.
Aunque se trata de una metodología de corte cualitativo, es decir no busca arrojar datos numéricos, sino describir características de un fenómeno particular, se logró determinar que más del 85 % de las imágenes coincidían con representar la pobreza de la misma forma, en este caso poblaciones vulnerables en pésimas condiciones de vida.
Según la lingüista, dado que los medios de comunicación influyen en las formas de ser y actuar de los seres humanos, es irresponsable divulgar las imágenes de esta forma. Por ejemplo, “si usted va a un lugar como Buenaventura evita pasar por ciertos lugares porque tiene miedo, pero este es un temor aprendido del discurso que manejan. Entonces, la construcción del concepto de seguridad se enmarca dentro de lo que estos dicen”.
De la misma forma, concluyó, los medios de comunicación intervienen en el proceso de formación de pensamiento de los colombianos, es decir, si los negros son descritos como pobres, cada vez que se piense en pobreza estará relacionada con afros y ellos, a su vez, se sentirán pobres solo por su color de piel.
Repensar el discurso
Además, el estudio evidenció que la pobreza se manifiesta como un proceso natural. “En los medios se muestra a los pobres como culpables de lo que está pasando, cuando el fenómeno de empobrecimiento es un proceso político, económico y cultural. Por ejemplo, el sistema financiero nos empobrece a todos, estamos sujetos a la pobreza porque hay ambiciones de acumulación irrefrenables en el mundo”, añade la profesora Pardo.
En este sentido, una de las prácticas periodísticas de ocultamiento frecuentes, detectado en el estudio, es la de la denominada “chiva”, ya que en el afán de obtener la noticia que más vende se pierde la ética y responsabilidad con la sociedad. Esto pasa, menciona la experta, con los partidos de fútbol, ya que magnifican un hecho. “Se mantiene por más de tres días la misma noticia y deja de lado hechos más relevantes para la vida social y su desarrollo”.
Para la investigadora, el recurrente uso irresponsable de la “chiva” se debe, en la mayoría de los casos, a una situación de necesidad del periodista, quien por responder a su jefe y mejorar las condiciones laborales, busca eventos y hechos sin un contexto reflexivo y sin pensar en la influencia que esto puede tener en sus lectores.
Además, la formación de los periodistas sobre contexto social y cultural es muy precaria. En Colombia, con base en el análisis, existen más de 60 facultades de comunicación y formación en periodismo; sin embargo, un mínimo porcentaje de estas estudian a fondo fenómenos sociales y estructurales, como la pobreza, y representan conceptos con formatos ya establecidos, como el reflejo de los negros y la violencia, dentro de estereotipos ya establecidos.
Sin precarizar víctimas
Debido a la enorme influencia de los medios de comunicación en el comportamiento de sus receptores, la investigación propone a los periodistas repensar el discurso en la medida en que la noticia pueda transformar un pensamiento y no solo replicarlo. Además, plantea no mantener en un estado de precariedad a quienes han sido víctimas históricas de violaciones de derechos y maltratos, sino reconstruir esa esencia e identidad a partir de mejores calidades descriptivas.
“Como colombianos, que tienen los mismos pensamientos y anhelos que nosotros, los periodistas tienen una responsabilidad política con la educación para buscar una mejor sociedad, mostrar que hay un problema social latente y una voluntad para resolverlo, exponiendo a los responsables de estas situaciones”, afirma la profesora Pardo.
Aunque el análisis de fotografías, precisa, no cambiará el concepto construido por años en el pensamiento colombiano, ni logrará que repentinamente se modifiquen las identidades ya establecidas, este estudio es un primer paso para lograr un cambio en el ejercicio periodístico, que aporte una nueva lectura a los medios de comunicación y a su papel en la sociedad.
Por: Ángela Carolina Pérez, Unimedios Bogotá. Universidad Nacional. Fotografia; eldia.com.do