Vivo cerca a un colegio. Este plantel está ubicado sobre una vía secundaria en ambas direcciones. La vía es muy angosta pero, si no hay autos parqueados, se puede transitar libremente en ambos sentidos.

Entonces llega la hora de salida del colegio y llegan muchos padres a recoger a sus hijos en carro. Eso es bonito y está bien. Comienzan a parquear al frente del colegio -que no tiene zona de parqueo-. La vía se hace más angosta.

Como es bastante flujo de estudiantes, padres y carros, parquean al otro lado de la vía, como pueden en medio del desorden. Dejan un solo espacio por donde cabe un solo carro para la doble vía. Llega el atasco de quienes van transitando en ambas direcciones.

¡Qué importa el trancón mientras recojo a mi hijo! La prioridad es él -bienestar individual- y de malas los demás -bienestar común-. El clásico pensamiento pobre del colombiano promedio.

A algunos metros del sitio (no más de cinco cuadras) hay espacio para poder parquear, bajarse del auto e ir por sus hijos, sin generar obstrucción de la vía.

Pero no, la prioridad soy yo y mi familia. Los otros que esperen. Es más, si pudieran entrarían el carro hasta la puerta del salón porque pobrecitos, les duele caminar.

¡Claro, como usted no tiene hijos!, dirán algunos. Es cierto, no tengo. Si los tuviera les enseñaría, cuando tengan capacidad de raciocinio, que algo fundamental en un país es el capital social.

Ese que nos permite vivir y crecer en sociedad; en grupo, no individualmente. Que mis derechos y los de mis hijos no estén por encima de los otros.

Para exigir derechos somos los primeros en la fila, pero para cumplir deberes nos hacemos los bobos.
¡Qué lejos estamos! 

«La paz está en nosotros y nuestros actos.. «

Por; Luis Eduardo Quintero

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