Tras sumar 641 nuevas muertes en las últimas 24 horas, el gigante sudamericano registra hasta el momento 50.617 decesos. Es el segundo país más afectado por la pandemia, detrás de Estados Unidos, que contabiliza cerca de 120.000 muertos y más de 2,2 millones de casos.
Con más de 12.500 muertes y casi 220.000 contagios acumulados, Sao Paulo sigue siendo el estado brasileño con más casos, seguido por Rio de Janeiro, que superó las 8.800 muertes y los 96.000 contagios.
Las curvas de casos y muertes venían mostrando en los últimos días señales de achatamiento en las capitales y varios estados empezaron a flexibilizar las medidas de aislamiento social, entre ellos Sao Paulo y Rio. Pero las previsiones son difíciles en un país de dimensión continental y que está entrando en el invierno austral.
“Hablando de Brasil como un todo, la epidemia sólo podrá analizarse con la estabilización de la curva en todas las regiones, lo que debe ocurrir a fines de agosto o en septiembre”, dijo esta semana a la AFP el exministro de Salud Luiz Henrique Mandetta.
Además de que el virus avanza a ritmos diferentes en cada región y especialistas señalan que el número real de contagios está subdimensionado -porque no se practican test suficientes-, Brasil enfrenta la pandemia en medio de divisiones políticas.
El presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro, que llegó a calificar la enfermedad de “gripecita”, ha criticado desde el inicio las medidas de aislamiento promovidas por las autoridades locales debido a sus efectos negativos en la economía. Y en el lapso de un mes dimitieron dos ministros de Salud por desacuerdos en relación a la gestión de la crisis.
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La cartera está tutelada de forma interina por el general Eduardo Pazuello, quien ya nombró a más de veinte militares en cargos claves.
Bolsonaro, un excapitán del Ejército que acusa a la prensa de exagerar la gravedad de la pandemia para atemorizar a la población, no se manifestó al respecto de las 50.000 muertes este fin de semana.
En cambio, participó el domingo del funeral de un joven soldado que murió tras una falla en su paracaídas durante un entrenamiento, donde prestó condolencias a su familia.
La politización de la pandemia ha llevado a partidarios y opositores del gobierno a aglomerarse en las calles, como este domingo en Brasilia, donde centenas de manifestantes de ambos lados se congregaron para expresar su apoyo o rechazo al mandatario, que se ha visto políticamente debilitado en las últimas semanas por investigaciones judiciales que salpican a su familia y aliados.