El dolor de una madre se parece a esa gota de agua que cae incesante sobre la dura roca. Al principio parece una leve caricia, pero con el correr del tiempo rompe lentamente la misma, hasta que finalmente vence la dureza de la piedra, convirtiéndola en fina arena que las aguas o los huracanes esparcen por la estancia, dejando una nube de polvo que envuelve todo lo que encuentra a su paso.
Un doloroso y conmovedor mensaje de la señora Celmira Sánchez, la madre del extinto Luis Gerardo Ochóa Sánchez, enviada al sociólogo y catedrático Felipe Narváez, deja ver su profunda tristeza, pero la decidida y valiente oportunidad que a veces las adversidades originan, de no permitir que este horrendo crimen quede en la impunidad.
Por su parte, Felipe Narvaéz responde con su acostumbrada prosa poética, solidarizándose con la madre adolorida, advirtiendo que no posee remedios para ayudar, pero recordando cómo esta patria chica está siendo mancillada por insensatos seres que no valoran la vida humana.
A continuación reproducimos el mensaje de la señora Celmira:
Hola, Felipe. Hablando con mi hija Ximena me relatò una anėcdota de la historia de Roma. Vencidos por los enemigos, los romanos encabezados por su general Camilo, tuvieron que entregar una gran cantidad de oro. Cuando lo entregó, Camilo dijo: Non auro, sed ferro recuperanda patriae est. (Traducción libre: No con el oro, si no con el hierro, recuperaremos la patria). Asī siento hoy, el oro de la historia es la vida de mi hijo, mi mayor tesoro. Una vez me lo arrebatan, me queda el hierro, que es la fortaleza, la decisión irrenunciable de no permitir que los asesinos mancillen y amenacen nuestra patria común.
Celmira Sánchez.
A continuación la respuesta de Felipe Narváez:
Celmira, tu dolor por la pérdida de Luis Gerardo, es imperceptible para poderte consolar. Tampoco tengo remedios mágicos que nos ayuden a seguir adelante con optimismo en una sociedad perdida, construida en la injusticia y el poder para villanos. Vivo sin argumentos y en la indiferencia de los comunes para sobrevivir en esta tierra única que no la merecemos. Tierra verde que no se encuentra en ninguna paleta de colores, de flores naranjas que adornan nuestros andar, de nubes que de modo incesante acarician nuestra montañas, por doquier florecen aguas transparentes que son la metáfora inversa a nuestros corazones colectivos. De Luis Gerardo, el intelectual con su invaluable valor social perdido, me queda la luz y su ejemplo que nos ayuden a construir un país donde quepamos todos y “la palabra no se mate en primavera”. Celmira, dame la mano, caminemos juntos, sé que Luis Gerardo nos acompaña y guía, en estos momentos históricos de Pitalito, donde se impone la mano de insensatos y villanos. Felipe Narváez.
Fuente SVC Noticias.