El 2016 nos dejó un salario mínimo legal escaso, mostrenco, que empobrece más que beneficiar, porque no solo el efecto negativo es para quienes ganan solo el mínimo sino para toda la escala salarial porque el aumento estará medido por la misma regleta. La capacidad adquisitiva será muy inferior a la que se tenía hasta hace algunos días porque los nuevos precios llevarán el ‘veneno’ del aumento del IVA y todos los impuestos que deben pagar los comerciantes y empresarios pero que realmente pagan los compradores finales, es decir los de salarios mínimos y todos los que devenguen salarios bajos, medios y aún los altos.

Este gobierno nacional deberá pagar un postconflicto muy costoso y por eso se apresuró a conseguir esos recursos pasando factura a quienes acuden a comprar cualquier bien o servicio. No a los empresarios. No. Ellos facturan y cumplen con sus impuestos al gobierno pero los que pagan la paz son los ciudadanos que van a los mercados.
Y lo más triste es que es una paz llena de curaciones, de palos de una oposición que se rasgó las vestiduras porque en el Año Nuevo los guerrilleros y los funcionarios de Naciones Unidas bailaron en medio de una celebración normal que todos los seres humanos hacen en estas fechas. A la oposición le parece mejor que estén disparando, instalando explosivos que celebrando la llegada de un ciclo que es esperanzador para ellos aunque en la práctica lo que se vislumbra son dificultades mucho peores que las que ya ha logrado sortear este gobierno. Empezando porque hay disidentes que pueden seguir alzados en armas por cuenta propia o en unión con el ELN que para negociar ‘mejor’ continúa cometiendo dolorosos actos de guerra.
Nos deja el 2016 un país estupefacto ante una aporreada paz que no se logra concretar porque se financia a costa del empobrecimiento de todas las comunidades. Pero, haciendo una generosa abstracción, eso sería lo de menos si realmente se garantizara que en Colombia se pudiera vivir en tranquilidad y armonía para aprovechar las riquezas naturales y de la gente buena del campo y las ciudades. Pero ese sueño es remoto, lejano, no del todo imposible o utópico pero si es un camino lleno de dificultades porque está contaminado por la corrupción, el narcotráfico, las bandas criminales, la delincuencia, incluyendo los traficantes de armas, y una oposición que lo único que le interesa son las ganancias políticas de cara a las elecciones presidenciales que se avecinan y no les importa la paz, solo torpedearla y aprovechar a los áulicos que continúan creyendo en pasadas estrategias vencidas y sin éxito alguno y votan por ellos sin pensar lo que podría pasar en caso de que llegaran al poder con esa sed de sangre y violencia que cubre sus ganancias enormes en lo económico, sin peligro porque a ningún político de ese grupo este conflicto interno le ha costado la muerte de un hijo o el desplazamiento como si han tenido que sufrir los campesinos y los mismos uniformados del Estado que son los que realmente ponen el pecho a las balas y a los explosivos.

Por; Antonio Colmenares Martínez

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