Los primeros instantes son bucólicos. Al aire libre, en día sereno y soleado, y en bellísimo parque, unos músicos elevan al cielo los acordes de «Mediterráneo», rodeados de público. Parece el preludio de una pequeña y alegre fiesta.
De pronto, es cierto, otras imágenes se cuelan. Tristes, ajenas, intrusas, como si fueran un error de edición.
Y cuando Joan Manuel Serrat, ese catalán universal que tanto agrandó nuestras almas, se recorta contra el celeste mar, esperamos el inolvidable comienzo: «Quizás porque mi niñez sigue jugando en tu playa / y escondido tras las cañas duerme mi primer amor/ llevo tu luz y tu olor por dondequiera que vaya». Pero la pequeña fiesta se desvanece. Hay suspenso. Serrat no sonríe, y entonces las imágenes tristes, ajenas, intrusas, se imponen, y el enigma se aclara.
No sonríe porque está allí por lo que también dice su letra: «En la piel tengo el sabor /amargo del llanto eterno / que han vertido en tí cien pueblos / de Algeciras a Estambul».
Serrat pidió que el Mediterráneo no sea una enorme fosa.
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Está allí por los que sufren, por los desesperados, por el hambre y la sed de los que huyen de la guerra en de sus países en barcas atestadas, en frágiles botes, y por todo el horror que simbolizó el cuerpo de aquel pequeño muerto en la playa, y su foto recorriendo el planeta.
Por eso los instrumentos empiezan a sonar a llanto, y dice Serrat que ese no es ya el mar natal que le hizo escribir y cantar «Soy cantor, / soy embustero, / me gusta el juego y el vino, / tengo alma de marinero».
Ruega (esperanzada plegaria) para que su mar no sea una enorme fosa, un vasto e invisible cementerio de tantos que lo cruzan apostando su última carta a vida o muerte.
Serrat pidió por el fin de las muertes de refugiados
El inmenso escritor Joseph Conrad escribió en su breve novela «Tifón», que «el que quiera conocer la historia del mundo debe mirar el mar en una noche de tormenta».
Es decir, el caos, la amenaza, el atroz plan de hundirlo todo en sus entrañas.
Lo que Serrat teme. Lo que ya está haciendo su Mediterráno aun sin tormenta. Lo que ya le hizo a las quince mil almas que yacen en su fondo. Gracias por esa lágrima.
Fuente:INFOBAE