El negocio del conocimiento..
¿Cómo dar un verdadero salto en el negocio de la educación? La llamada transformación digital para el sector hoy va más allá de los cursitos de inglés on-line.
Apenas ahora las instituciones educativas empiezan a darse cuenta de las nuevas fuentes de ingresos que vienen con lo digital.
El conocimiento, o al menos la información, es la base de los negocios y, a su vez, vender conocimiento es uno de los negocios más antiguos – y más rentables – que ha existido. Sin embargo, cuando se trata de ingresos, no siempre las instituciones educativas son las más hábiles para encontrar nuevas formas de proyectarse.
Mientras las empresas siguen diciéndole a las escuelas que para darle trabajo a los graduados hace falta que los preparen para las verdaderas necesidades de los sectores, los cursos masivos abiertos en línea (MOOCs), el e-learning y hasta el aprendizaje autogestionado desde videos en YouTube, se colaron en la ruta de la educación – y a veces ganan por atender los intereses y necesidades de los usuarios –.
¿Cómo dar un verdadero salto en el negocio de la educación? La llamada transformación digital para el sector hoy va más allá de los cursitos de inglés on-line.
En días pasados conocí la apuesta de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín para utilizar los HoloLens, tecnología de realidad mixta de Microsoft que, usando unos lentes especiales, permite superponer e interactuar con capas de información proyectadas sobre el mundo físico. La UPB desarrolló en los últimos meses – con énfasis en meses y no años –, un modelo interactivo del ojo humano, con posibilidad de sumergirse en él gracias a esta tecnología, así como un escenario de simulación médica para priorizar pacientes en situaciones de emergencia.
Lo particular del caso, además del haber sorteado el reto de ser pioneros, es que es uno de esos pocos en los que podemos hablar de transformación digital. La novedad no es la proyección de un ojo gigante en medio del aula, sino saber que la universidad replanteó sus procesos, su cultura organizacional y su modelo de negocio.
En este caso, docentes, estudiantes, equipo directivo y administrativo redefinieron sus procesos de producción académica, abriendo los currículos y los presupuestos, para ajustarlos al nuevo recurso digital.
La experiencia de usuario se tomó realmente las aulas, transformando las metodologías de aprendizaje y la forma en que los jóvenes aprenden, los docentes imparten cátedra y, especialmente, cómo se dan las interacciones entre ellos.
Además, la universidad hoy no ve en sus estudiantes a aquellos clientes que pagan la matrícula, sino que también los reconoce como proveedores en el desarrollo de nuevos productos digitales, los mismos que se convierten en nuevas fuentes de alianza o comercialización entre otros centros de aprendizaje interesados en darle un impulso a las aulas.
Los retos son diversos y complejos para el sector educativo, pero sabemos que desafortunadamente la tecnología no trae los cambios por sí misma. Aquí la excusa fueron los lentes, pero la verdadera transformación está en reconocer cómo cambiar lo necesario sin dejar de lado eso que es básico: el conocimiento.