El tiempo y los científicos han confirmado que la estrategia que un día sostuvieron Boris Johnson o Donald Trump de minimizar la amenaza del coronavirus hasta que llegaron los muertos, no era la más apropiada. A pesar de ello, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador se ha sumado con la firme convicción de que “no hay que exagerar” y “estamos preparados”. López Obrador volvió a insistir este viernes en su mensaje de “tranquilidad” con el que se ha dirigido a los mexicanos durante toda la semana. Las autoridades sanitarias han informado que México suma 203 casos confirmados de contagio y dos muertes.

Mientras tanto su pais vecino

Las restricciones escalan dramáticamente en Estados Unidos a medida que, con la extensión de las pruebas de diagnóstico, se multiplican los casos confirmados de Covid-19, que en solo dos días se han duplicado por todo el país hasta rozar el viernes por la tarde los 16.000. Los Estados de Nueva Jersey (8,9 millones de habitantes), Connecticut (3,5 millones) e Illinois (12,7 millones) se sumaron el viernes por la tarde a California y Nueva York, al pedir a sus ciudadanos que permanezcan dentro de sus casas para evitar que la rapidez de expansión de la pandemia colapse los hospitales. Así, cuando todas las restricciones decretadas entren en vigor a lo largo del fin de semana, más de uno de cada cinco estadounidenses estará sometido a órdenes (o recomendaciones, ya que no se contemplan multas para los individuos que incumplan) de permanecer en casa.

La orden, que entra en vigor el domingo, pide a los mayores de 70 años que reduzcan sus salidas a la compra de alimentos y medicinas. También pueden salir para andar o hacer ejercicio siempre que mantengan dos metros de distancia con otros viandantes. Se prohíben las reuniones no esenciales de personas. El transporte público y las carreteras seguirán abiertos pero se desaconseja su uso. Los comercios considerados no esenciales deberán mantener a su plantilla trabajando desde sus casas. Entres los considerados esenciales están las tiendas de alimentación y restaurantes, los servicios de salud y farmacias, las gasolineras y talleres, las lavanderías, gremios como los fontaneros o albañiles, y los cuidadores de niños y animales. Las autoridades podrán multar a las empresas que incumplan las medidas, pero no a las personas individuales.

El viernes por la tarde llegaron órdenes similares a la de Nueva York en Connecticut, Nueva Jersey y, después, en Illinois. Este Estado comprende la ciudad de Chicago, con 2,7 millones de habitantes y un área metropolitana de casi diez millones, la tercera ciudad más poblada del país después de Nueva York y Los Ángeles. También se han decretado medidas de reclusión en ciudades como Nueva Orleans, de 390.000 residentes. En Florida, destino predilecto de los jóvenes en las vacaciones de primavera o spring break, se ha ordenado el cierre de bares restaurantes y gimnasios.

El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, llevaba días persiguiendo la orden de forzar a los neoyorquinos a quedarse en casa, pero Cuomo se resistía. Mientras, los casos positivos en el Estado ascendieron a 7.102 el viernes por la mañana, de los cuales 4.408 son en la ciudad. El Estado de Nueva York supone más del 40% de los contagios de todo el país, según los cálculos de The New York Times, y cuadruplica a los siguientes afectados: Washington, con 1.228, y California, con 1.0573, y donde la medida se ha tomado para los 40 millones de personas que viven en el Estado. Preguntado por las medidas adoptadas en el Estado donde creció, el presidente Donald Trump elogió a las autoridades. “Les aplaudo, están dando pasos muy fuertes, muy valientes”, dijo.

En su primera comparecencia en modo remoto, el alcalde de Nueva York se centró el jueves en reclamar mayor ayuda federal, solicitando al presidente Donald Trump el despliegue del Ejército, y alertó del cercano desabastecimiento de productos sanitarios, como respiradores, mascarillas y ventiladores. De Blasio abogó por incrementar la capacidad hospitalaria en las próximas dos semanas y advirtió de que los profesionales sanitarios afrontarán “condiciones de campo de batalla”. “Hace una semana, yo intentaba mantener el empleo y que la gente continuara su vida, pero ahora estoy más preocupado por las vidas en riesgo”, dijo.

 

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