Entre las medidas que socializaron los participantes en un consejo de seguridad en la ciudad de Pitalito para tratar de contrarrestar la ola delictiva, se contempló el toque de queda para menores de edad y la prohibición del parrillero masculino en las motocicletas que circulan por la ciudad.
Siempre los motociclistas en la mira de las autoridades; como si los delincuentes solo utilizaran motos para cometer sus fechorías. Aquí roban en automóviles, a pie, en bicicletas, pero solo observan las motos como objetivos débiles para sancionar.
Esta medida de prohibir parrilleros ya se implementaron hace muchos años en otras ciudades de Colombia. Medellín, Cali, Ibagué, solo para mencionar algunas. Sin embargo, no ha dado ningún resultado positivo. Son paños de agua tibia; son distracciones para continuar persiguiendo el vehículo en que se moviliza la gente de escasos recursos económicos.
Pitalito posee un alto índice de gente cuyo principal vehículo para trabajar es la motocicleta; especialmente las zonas campesinas. No deben las autoridades prohibir la movilización de personas en estos aparatos porque causaría gran malestar social, económico y de movilidad. Y no se garantiza que con ello disminuya la criminalidad.
A la par con las medidas de incrementar el pie de fuerza para garantizar la seguridad de una ciudad, deben las autoridades buscar soluciones sociales. Una ciudad con altos índices de desempleo, marginalidad, bajos niveles educativos, genera delincuencia y ninguna medida restrictiva contendrá la inseguridad.
Finalmente, la delincuencia común es un fenómeno nacional e internacional, debido a los modelos económicos equivocados impuestos por la globalización. Cada año se incrementará la delincuencia en todas sus formas, sino se cambian modelos monetaristas por modelos más sociales para la ciudadanía. Eso por supuesto no corresponde cambiarlos a los alcaldes y autoridades locales, sino a políticas nacionales e internacionales. Pero todos podemos contribuir para cambiar los modelos perversos por otros menos negativos.
Por; Santiago Villarreal.