¿Cómo llegaron hasta la capital cultural de Rusia estas piezas? ¿De dónde vienen realmente?

Hay varios ídolos de piedra en un jardín de la capital cultural de Rusia.

Una mujer mayor se acerca a una de las esculturas, la toca con la mano y murmura algo, como si estuviera pidiendo un favor. Los ídolos están algo cubiertos de nieve y es que todavía no ha pasado del todo el invierno.

Los rusos son un pueblo supersticioso, y las visitas comenzaron inmediatamente después de que los residentes de San Petersburgo se enterasen de la presencia de estas esculturas. Al principio fueron paseantes curiosos y después verdaderos creyentes.

Antes de la llegada del cristianismo, a finales del siglo X, la población de la antigua Rus veneraba ídolos similares. Las tribus que vivían en los bosques los hacían de madera, mientras que los habitantes de las estepas creaban figuras de piedra. Todos ellls tan silenciosos y enigmáticos como estos.

San Petersburgo es una ciudad con numerosos palacios y puentes de estilo europeo.

La capital cultural de Rusia se concibió por Pedro el Grande como una ventana hacia Europa pero también tiene una predisposición hacia el cosmopolitismo y el misticismo.

Hay en esta ciudad esfinges egipcias, leones guardianes chinos, la llama eterna en el Campo de Marte y antiguas estatuas en diversos jardines. Esta lista se puede extender con decenas de esculturas a las que se les frota la nariz en busca de la «buena suerte».

En general, todos estos lugares atraen la atención de residentes y turistas. Mientras tanto, los dioses mesoamericanos se encuentran en un escondido jardín y muchos desconocen su existencia.

¿Qué se sabe de estas esculturas?

Las noticias sobre los ídolos se expandieron rápidamente en las redes sociales. Algunos aseguraban que son representaciones de los dioses aztecas Xipe Totec – la parte masculina del universo, la región de la juventud y de la aurora, del maíz tierno- y de Huixtocíhuatl, diosa de la fertilidad que preside la sal y el agua salada.

Yandex, el mayor buscador de Rusia, etiqueta como aztecas a los monumentos en sus mapas. Otros conocedores de la materia insisten en que son ídolos mayas de la península del Yucatán, que llegaron en uno de los barcos mercantes del naturalista alemán, el barón Wilhelm Friedrich von Karwin, antes de la revolución de 1905.

Una tormenta azotó el barco y algunas de las esculturas se hundieron y las restantes se instalaron en el exterior, en un jardín del Museo Kunstkámera, el museo más antiguo de Rusia.

Hay personas mayores que se acercan hasta las esculturas y rezan para obtener bienes materiales. A veces dejan unas monedas como ofrenda. Algunos jóvenes creen que los dioses mesoamericanos no toleran ninguna mentira en su presencia y que castigan a quien lo hace. Por eso hay chicas jóvenes que llevan a sus novios hasta allí para tener conversaciones serias.

Según otra creencia, si se salpica estas figuras con sangre se podrá curar una enfermedad incurable. Estos rumores se han extendido también a causa de guías que ofrecen tours por la “parte mística” de San Petersburgo.

¿Son realmente mágicas?

 

«No tiene ningún sentido», nos dice un empleado del Museo Kunstkámera. «Los llamados dioses de piedra no lo son. De hecho, son réplicas hechas de cemento. Carecen incluso de valor histórico, por no hablar de propiedades místicas».

Los investigadores han perdido la cuenta de la cantidad de interpretaciones que han oído y de los periodistas que les preguntan acerca de estas supuestas estatuas antiguas, que siguen a la intemperie, bajo las inclemencias de la lluvia y la nieve.

De hecho, son réplicas de estatuas del Valle de San Agustín realizadas en Alemania en base a modelos hechos por el etnógrafo Karl Theodor Stoepel, que se llevaron expresamente al Museo Kunstkamera en 1913, porque este carecía de piezas latinoamericanas en ese momento. Sin embargo, poco después comenzó la Primera Guerra Mundial y después llegaron la revolución, la guerra civil y la Segunda Guerra Mundial, con el sitio de Leningrado, por lo que cayeron en el olvido.

Estuvieron en una sala de almacén hasta los años 60, cuando algunas de ellas pasaron a las salas de muestra del museo. Las que quedaron se colocaron en un jardín. En cualquier caso, los maestros de lo extrasensioral siguen llegando hasta este punto de energía especial… También son muchos visitantes los que dicen que no sienten ningún tipo de energía especial.

Fuente; es.rbth.com/

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *