VOCES ENTRE LINEAS

Estas publicaciones hacen parte de un proyecto académico de estudiantes de comunicación social y periodismo, de la universidad surcolombiana, en la asignatura escritura II, en convenio con aldeasur.com ( cuarta entrega voces entre líneas)

Redaccion: Yuly Paola Ruiz Chacón

Los años del Tropel: Crónicas de la Violencia es una obra escrita por Alfredo Molano, un sociólogo, escritor y periodista egresado de la Universidad Nacional, nacido en la capital del país, el 3 de mayo de 1944 y fallece allí mismo el 31 de octubre de 2019. Alfredo Molano dedicó parte de su vida a recolectar las narraciones de un país que vivía la profunda violencia partidaria de la década de los 40. La preocupación de Molano era construir la memoria histórica de Colombia y de sus protagonistas en la lucha ideológica entre liberales y conservadores.

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Tomado de: Pablo Salgado

La obra que fue publicada en el año de 1991 está constituida por siete relatos de las víctimas y victimarios de la violencia, quienes a su vez narran desde sus vivencias y las de sus cercanos. Cada personaje es único y por tanto muy diferente del otro, sin embargo, son la representación encarnada de otros tantos que sufrieron las mismas vicisitudes en la Colombia del horror, de este modo en cada capítulo encontraremos expuesto a un hombre o mujer que relatara los sucesos más importantes del país sobre todo a partir del 9 de abril de 1948, fecha en la que fue asesinado Jorge Eliecer Gaitán.

Cada relato es una mezcla de literatura y crónica periodística, porque indudablemente el autor es quien las construye, detalla y agrega unos cuantos recursos y parte de su estilo escritural en la recolección periodística a la que se dedicó primero a escuchar y posteriormente escribir, pero además Molano sobre sale por la autenticidad en la forma de contar la historia, rompe los esquemas de la literatura característicos de la época y hace uso del lenguaje coloquial propio de los personajes que narran su vida durante el penoso lapso histórico.

 En la obra además destacan la violencia, el miedo, la venganza y la muerte que son a grandes rasgos algunos de los tópicos desarrollados en cada uno de los relatos, tanto de liberales como de conservadores, evidentemente porque nadie escapaba del horror que se extendía por los territorios del país, especialmente en el campo donde en medio de las montañas los ríos que corrían estaban turbios de sangre y muertos, las casas ardían en las noches incesables en las que morían inocentes, las personas que a duras penas sobrevivían debían huir a otras regiones a las que la violencia aun no acechara por completo, mientras algunos se resignaban a esperar con impaciencia su penoso fin.

No obstante, hay que recordar que la historia de la violencia depende de quien la cuenta, para algunos los culpables de iniciar uno de los periodos más sanguinarios de Colombia eran los liberales para otros los conservadores, pero casi siempre hay un lado de la balanza que pesa más, en especial cuando de enfrentamientos se trata. Como sacar de la cabeza que un tal José María alias “El Condor” defendido por pájaros, chulavitas, godos y conservadores era un personaje tan temido para los liberales, que hizo y deshizo casi que sin mover un dedo  o  que por otro lado un tal Celedonio, quien harto de ver morir a su familia a costa de algunos conservadores enviciados con la muerte, empezó a devolver con los mismos favores y matar a cuanto conservador viera, conformando toda una guerrilla liberal en las altas montañas apoyados por a quienes también llamaban chusmeros. La violencia entonces era tan desconcertante que hasta amigos, familia o vecinos se boleteaban o terminaban matándose entre sí.

En consecuencia no es tan sencillo levantar el dedo índice hacia un actor en particular, pues muchos son víctimas de sus propios mal llamados líderes políticos, como muy bien lo describe Nasianceno Ibarra, uno de los victimarios del partido conservador pero que además no se escapa de pertenecer al grupo que suministro tantas muertes y persecuciones a otras víctimas, que en momentos de angustia familiar acudió ingenuamente a quienes por años sirvió, pero estos en cambio ni siquiera escucharon el eco de su voz, el mismo lo reconoce diciendo, «Cuando ellos le piden a uno ayuda, así sea para cosas que uno no comprende, uno está dispuesto a jugarse la vida, pero cuando uno les pide un auxilio, así sea pequeño se hacen los pendejos», se entiende pues que en la balanza no pesaba más la ideología política de las masas sino el poder representado en sus opresores de alto mando, por medio de este el país y su gente sufrieron las consecuencias directas en función de quienes no reconocían la existencia del pueblo que en vano luchaba arbitrariamente por un partido político y sus líderes ignorantes del verdadero sufrimiento.

Por lo mismo, es importante destacar que el autor Alfredo Molano es un referente valioso en la construcción de la historia de la violencia en Colombia, pues ha dejado un legado que sigue y seguirá vigente para entender desde un rostro y una voz que la violencia ha estado enmarcada en el contexto  colombiano, en especial el de la gente campesina, sin perdonar siquiera edad o sexo al que pertenece, tan solo la ideología política era basta para ser merecedor de la muerte, porque como decía Ana Julia, el primer y único personaje femenino en relatar dentro de la obra, “La guerra iba creciendo, creciendo. Achicándolo a uno. Por la noche se veían los ranchos ardiendo. De día los animales andaban sueltos. Las mujeres y los niñitos amanecían – si amanecían -, huérfanos.” Realmente fue una violencia de no tener fin, porque debemos recordar que este es el evento desencadenante de lo que hoy conocemos como guerrillas.

En definitiva y en el marco de la conmemoración de los cinco años de la muerte de este gran periodista y escritor, encuentro una buena oportunidad de rememorar el contexto histórico colombiano  a través de “Los años del Tropel: Crónicas de la Violencia”  porque de acuerdo con el dicho popular que más escuchamos “Quien conoce su historia no está condenado a repetirla”, podemos ser conscientes de que aunque sea doloroso e inquietante el exceso de maldad y deshumanización en la era violenta producto de las ideologías políticas divisorias en nuestro territorio, es necesario conocer los relatos de algunas personas que lo vivieron para comprenderlo y sobre todo no repetirlo.

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