Faltaban pocos minutos para las 8 de la mañana, Erik de 9 años y Laura de 8 estaban a dos cuadras de llegar a la escuela San Francisco en el municipio de Acevedo en el Sur del Huila.
Según cuenta Laura con su recuerdo vivo, ella ingresó a una tienda a comprar un dulce y cuando salió, vio que la gente gritaba, corría y un señor les decía que se fueran rápido para la escuela “Recuerdo que cuando salí había una camioneta gris y la gente decía “se lo llevaron”, pero no comprendía lo que estaba pasando, al llegar a la escuela, la profesora me explicó que habían secuestrado a mi hermanito, de inmediato entré en pánico y sin comprender la magnitud de lo que había pasado, desde ese día cargo con un vacío en el alma y el corazón” Así lo narra Laura hablandonos de frente, con sus ojos enrojecidos y con lágrimas que encharcaban su mirada.
Éste suceso se registró el 14 de junio de 2006, época en la que las FARC y el estado generaban todo tipo de acciones en la confrontación armada que vivía el país y que afectó en gran medida en esta zona; según testigos ese día mientras los niños hacían su paso hacia la jornada escolar, unos sujetos encapuchados y armados se llevaron a Erik Alejandro Samboní Barragán, quien en ese entonces tenía 9 años y hacía tercero de primaria.
Las primeras hipótesis apuntaban a que tal vez había sido secuestrado por la guerrilla, pero según don Henry, padre del niño, hoy después de 11 años no tiene idea de quien se lo llevó “A nosotros nos habían amenazado antes y nos habían pedido plata, hasta nos pusieron unas supuestas bombas, pero nunca imaginé que se llevaran a mi niño, él, es el mayor de todos y todavía lo esperamos, todavía tenemos la esperanza de volverlo a abrazar, aspiramos a que alguien nos diga qué pasó con nuestro hijo”
Don Henry, cargado de dolor y profundos pesares casi como no queriendo recordar esos instantes nos relataba “Después de ese día, siguieron llamándonos, nos pedían enormes cantidades de dinero por el rescate del niño, pero nunca recibí la más pequeña prueba de supervivencia y además no contaba con el dinero; por la seguridad de mi familia nos vinimos a vivir a Pitalito, mucha gente nos decía que era mejor que nos fuéramos lejos, pero siempre hemos querido estar cerca, esperando a que regrese nuestro adorado Erik”
El próximo 17 de abril el niño secuestrado cumpliría ya 20 años y su familia espera que ahora con el acuerdo de paz firmado y la dejación definitiva de las armas por parte de integrantes de las FARC, Erik pueda volver a casa, así lo afirma su padre convencido de que Erik está vivo.
“Volverlo a ver sería cumplir el mayor sueño que tiene mi familia, siempre esperaremos por él y aunque nunca hemos parado de buscarlo, la ilusión se activa ahora con mayor fuerza cuando están saliendo de la selva”, afirma don Henry.
Frente al comedor de su casa un cuadro con retratos de Erik, en todas sus facetas le recuerda todos los días a esta familia el gran amor por su hijo, ese que añoran y que esperan algún día llegue a la puerta de su casa.
Laura, la hermana de Erik devolvía su recuerdo a aquel día, su dramático relato de lo sucedido nos transportaba en esta entrevista a momentos de pánico y dolor que no se pueden describir, en la esencia de dos niños uno de 8 y otro de 9 años en aquella época, ella tiene hoy 19 y el vacío de su hermano la acompaña como una sombra, cada vez que lo recuerda llora imparablemente, transportándose a ese instante.
Don Henry como comerciante, sufrió en Acevedo antes del secuestro de su hijo, de robos constantes, amenazas, extorciones, atentados, al parecer todos generados por la no entrega de dinero en las llamadas “vacunas” esas que realizaban en aquella época delincuentes de todos los sectores, dice don Henry, que nunca se logró identificar de donde provenían dichos actos ni mucho menos el secuestro de su hijo.
Su hermana al cierre de esta entrevista indica con certeza que su hermano está vivo, seguramente guardando la esperanza que la paz le devuelva al hermano que le quitó la guerra, sus ojos se transportan a la niñez y sueña con volver a sentir los abrazos de su hermano, ese niño que un día fue arrebatado de sus manos y quien la guiaba a estudiar soñando por un país mejor.
Durante casi tres años investigadores estuvieron muy pendientes de la familia tratando de recolectar pistas que dieran con el paradero de Erik, a través de medios nacionales y regionales se promovieron campañas y marchas sin obtener resultado ni ninguna información al respecto, el tiempo ha transcurridos y una familia hace once años espera a su niño, ese niño que hoy recuerda su madre, esa mujer que carga un dolor y sigue anhelando poder recibirlo con los brazos abiertos y re confirmarle su amor perenne.
Investigación y redacción Equipo periodístico www.aldeasur.com