Productos de muy alta calidad y competitivos, búsqueda de nuevos formatos de comunicación didáctica en la Red, dosificación distinta de contenidos, inversiones, profesorado con otras capacidades incorporadas… Un reto ineludible que tiene la educación superior .
Existe la percepción de que el modelo tanto educativo como económico de la enseñanza superior no es ya sostenibleEn la Red, “masivo” se refiere a un espacio de concurrencia al que se puede afluir desde cualquier puntoEl término “en red” (on line) guarda un desafío clave para que estos planteamientos fructifiquenUniversitarios en un aula Universitarios en un aula Europa Press
Productos de muy alta calidad y competitivos, búsqueda de nuevos formatos de comunicación didáctica en la Red, dosificación distinta de contenidos, inversiones, profesorado con otras capacidades incorporadas… Un reto ineludible que tiene la educación superior.
La espuma de las modas no nos deja ver el fondo que en ocasiones hay debajo de ellas. Siglas, neologismos en inglés (evidentemente), o ese ruido ambiente que hace decir que algo te suena pero sin poder entrar en detalles. Retiras la espuma y no hay más que eso, pero otras veces se descubre que bajo la moda borbotea un fenómeno nuevo al que hay que prestarle atención.
Este puede ser el caso de los Massive Open Online Courses (MOOC). Sus siglas quizá pasen de moda, aunque ahora están en boca de muchos, a la vez que universidades y otros centros educativos se aprestan a ofrecerlos. Sin embargo, se da una coincidencia de factores que hace pensar en que el fenómeno guarda mucho recorrido transformador.
Como en tantos cambios, el acelerante no es ningún factor nuevo en especial sino la coincidencia de factores ya existentes, que hasta ahora estaban más o menos inconexos. A pesar de ello, y sin que sea contradictorio con lo que acabo de decir, hay que resaltar entre todo lo que concurre uno muy interesante: y es la percepción de que el modelo tanto educativo como económico de la enseñanza superior no es ya sostenible. Lo señala contundentemente Paul Mason en su libro Postcapitalismo: se ha “privatizado la educación hasta tal punto que los graduados se verán abocados a soportar deudas por préstamos de estudios durante toda la vida”. Y es “que hay que privatizar la educación superior (pues el coste de expandir la universidad pública para cubrir la demanda de graduados universitarios llevaría a la bancarrota a muchos Estados)”.
A lo que hay que sumar que el modelo educativo (contenidos, dimensiones, ritmos, lugares…) no responde ya a un mundo tan alterado en todos los órdenes.
Los MOOC
Hoy lo más significativo del MOOC es verlo como síntoma. Vendrán muchos ensayos y cambios en busca de encontrar modelos que consigan aprovechar toda la potencialidad de la Red además de la disposición que ya ha arraigado para realizar cada vez más actividades al otro lado del espejo de la pantalla. Ya nos hemos dado cuenta de que la Red no se manifiesta principalmente como un escenario envolvente de artefactos sino como una prótesis cada vez más adherida a nosotros. Así que no hay que amueblar las aulas con tecnología sino comunicar con unos estudiantes que tienen la tecnología incorporada como prótesis.
“Masivo” se refiere a un espacio de concurrencia al que se puede afluir desde cualquier punto.
El termino “masivo” (massive) puede llevar a engaño pues se interpreta como si implicara un aula inmensa y llena de asistentes y, por tanto, a soportar la masificación (¡vaya avance, entonces!). En la Red, “masivo” se refiere a un espacio de concurrencia (no de difusión como pueden ser la radio o la televisión) al que se puede afluir desde cualquier punto porque la red es un espacio sin distancias (nada parecido, por tanto, con la clásica educación a distancia). Masivo también hay que entenderlo en el número muy elevado de cursos que una institución tiene que ofrecer para que alcancen visibilidad e influencia.
Pero como es un espacio abierto (open), el contenido educativo no se presenta empaquetado. El estudiante no paga un producto cuidadosamente envuelto y a continuación lo desempaqueta (por lo que puede venir la frustración ante lo que se encuentra). Sino que la entrada es libre, como puede ser en unos almacenes, y por tanto no es obligado salir con la compra de un artículo. De no tener en cuenta el sentido de abierto, confunden las estadísticas de personas que ingresan en un curso pero que no lo terminan. Están un tiempo, valoran lo que se ofrece, calculan su disponibilidad de seguimiento, además de si compensa el esfuerzo, y optan por continuar, por volver en otro momento o dejarlo por inapropiado.
El término “en red” (on line) guarda un desafío clave para que estos planteamientos fructifiquen.
Pero abierto no significa gratuito. Al final, si se quiere obtener una certificación del curso y de las pruebas acerca del nivel de asimilación de los contenidos se realiza un pago. Así la adquisición abierta, sin contraprestación, de conocimiento, de cultura, que puede proporcionar un curso se separa de las tasas para obtener el certificado de la institución sobre la capacitación alcanzada y con objetivo principalmente laboral. Es muy importante la creciente valoración e implicación que están teniendo empresas e instituciones sobre esta forma tan modular y personal de construir el currículum. Y también la función cultural que puede tener que el conocimiento sea de libre acceso.
El término “en red” (on line) guarda un desafío clave para que estos planteamientos fructifiquen. Y es la concepción de un modelo de comunicación didáctica y de participación radicalmente distinto a lo que ya tenemos en la educación in situ, a distancia o por difusión o retransmisión audiovisual. Es un trabajo clave que hay por delante, pues es obligado explorar formatos, estrategias, métodos originales, que aún no están, ni mucho menos, conseguidos.
Y hay otro reto subyacente. La exigencia de una producción de calidad es extremadamente alta. La competencia entre centros de todo el mundo crecerá vertiginosamente, ya que el currículum no va a estar limitado por el ingreso en un centro para cursar un título de años, sino que será el resultado nunca cerrado de combinar muchas ofertas de formación. La calidad de estas piezas será decisiva para que unos sellos educativos se impongan ante otros que difícilmente van a poder sobrevivir.
Antonio Rodríguez de las Heras
Catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid y director del Instituto de Cultura y Tecnología
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