Las autoridades tailandesas tenían previsto trasladar hoy los últimos felinos del recinto religioso de Wat Pha Luang Ta Maha Bua, conocido como el Templo de los Tigres, en medio de un enorme escándalo que no cesa de aumentar ante el descubrimiento de nuevos despojos de crías, pieles y amuletos realizados con restos de estos animales.

La controversia se agravó el jueves cuando las fuerzas de seguridad descubrieron una especie de «laboratorio» en el complejo ubicado en la provincia de Kanchanaburi, al oeste de Bangkok, con al menos una veintena de jarros que portaban órganos de estos mamíferos, y detuvieron a tres personas -incluido un monje budista- que pretendían salir del recinto en un camión donde escondían pieles de tigres, más de un millar de amuletos hechos con tejido de los mismos y una decena de colmillos.

«Este hallazgo demuestra que es muy posible que el templo estuviera implicado en el comercio ilegal de tigres.

Está claro que estaban infringiendo la ley que impide la venta o transferencia de especies protegidas», declaró Teunchai Noochdumrong, la directora de la Oficina de Conservación de Vida Silvestre, a los periodistas presentes en el lugar.

«Los botes estaban clasificados con etiquetas así que pienso que estaban preparando medicina», le secundó Adirson Nuchdamrong, vice director del Departamento de Parques Nacionales, en referencia a la amplia demanda que tienen la carne y los órganos de los tigres en la terapéutica tradicional china.»Macho. Tres días. Peso: 800 gramos», se leía en una de las pegatinas adosadas a los recipientes. Otros adhesivos, escritos en inglés, decían: «Suplemento alimenticio: el poder del tigre».

Los responsables del complejo budista intentaron replicar a las acusaciones a través de su página Facebook, en la que dijeron que no guardaban los cadáveres de las crías con fines comerciales sino precisamente para evitar que se les acusase de vender sus restos.

«Tenemos documentación y fotografías sobre todas las muertes desde 2010», escribieron en la página de la red social.

Según el diario Bangkok Post, la cúpula del monasterio podría enfrentar un máximo de 4 años de cárcel y una pena de 1.000 euros.El recinto religioso se convirtió durante años en una de las principales atracciones turísticas del país pero también en un polémico enclave, que fue acusado en repetidas ocasiones de comerciar ilegalmente con estos animales y sedarlos para facilitar el acceso de los visitantes, un negocio que generaba millones de euros.

Hoy la prensa tailandesa se refería al emplazamiento en términos mucho más macabros.

«El templo de la muerte para los tigres», titulaba el diario The National. El mismo periódico dedicaba su editorial a la controversia y decía que la Junta golpista que rige el país debe «domesticar» ese lugar. «Si no hay una explicación aceptable muy pronto es un asunto que tiene un enorme potencial para desencadenar al indignación», escribía el matutino.

La polémica no afecta sólo a los señalamientos que se realizan sobre Tailandia y países vecinos como Laos, que las ONGs encargadas de la defensa de los animales afirmar que son plataformas de tránsito para el tráfico ilegal de productos como el marfil o los órganos de tigres, sino que refuerza las acusaciones sobre las prácticas irregulares que se han multiplicado en el seno de los monasterios budistas desde hace años.

Ahora mismo, las fuerzas de seguridad tailandesas mantiene una interminable pugna con el máximo líder religioso de otro influyente templo, acusado de corrupción y que se niega a comparecer ante la policía.

Fuente .el mundo.es

 

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