Letras negras acompañan estas palabras que sin fuerza alguna con lentitud escribo. Pensamientos mancillados por una tragedia que entristece los corazones de millones de futbolistas, periodistas, técnicos del futbol y de aeronaves, pilotos, azafatas, empresarios, utileros, masajistas y médicos, todos, que algún día quizás de niños soñaron con llegar a ser futbolistas, pero que terminaron unidos alrededor de un ilusión, que terminaría fatalmente años después.

Todas las muertes son iguales, terminando con el último suspiro que nos permite la existencia, pero todas se perciben diferentes.

Muy seguramente la muerte de cualquier persona nos llegue a tocar nuestras más pequeñas fibras, pero estas expiraciones tan representativas por sus protagonistas, sufridas por un equipo de futbol y tantos otros profesionales, con historias tan conocidas por nosotros, nos hace hacer un alto en el camino, para reflexionar sobre las consecuencias que nos deja, el permitir que nuestra mente se aleje de nuestro espíritu y nuestro cuerpo.

¿Por qué el impacto tan fuerte con la tragedia de éste club deportivo? ¿Será que lo hacemos propio y nos sentimos identificados? Hoy el mundo llora y se solidariza, ésta tragedia ha logrado inquietar al mundo entero, donde clubes importantes de Europa, personas reconocidas a nivel mundial, agencias del periodismo, dirigentes y hasta presidentes de estado, han hecho lo posible por aportar recursos económicos a las familias de las víctimas y al propio club de futbol.

Redes sociales, periódicos y televisión llenos de mensajes e historias, que desde ya, van haciendo proposiciones acerca de la desdicha, buscando culpables, queriendo condenar con pretensión a cualquiera y en eso se resume nuestra existencia, un mundo sin sentido pero con afanes, donde a veces no hacemos un alto en el camino, entregados a lo material e inocuamente perdemos nuestra vida sin haber hecho lo realmente importante. ¿Pero qué es lo realmente importante? Quizás el amar a nuestra familia, o a nuestros hijos infinitamente, o tal vez el querer ayudar siempre al prójimo, hacer dinero o patrimonio, trabajar duro y sin descanso sacrificando nuestro sueño, acabando con nuestra vida. ¿Qué nos queda de todo esto al final?

Paremos un momento, ¿para dónde vamos? ¿Por qué llevo tanto afán en la vida? ¿A quién quiero alegrar? ¿Vale la pena hundirme en el estrés, en un espacio donde solo he venido a vivir? ¿Ésta mañana agradeció a Dios? ¿Le dio un beso a su esposa, a su mama o quién amas? ¿Estamos pensando en nosotros mismos?

Que esta tragedia nos haga pensar diferente, porque la vida termina en el día más corto de tu vida.

Por Julián Perdomo Cabrera
@colproyectosmga

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *