VOCES ENTRE LINEAS

Estas publicaciones hacen parte de un proyecto académico de estudiantes de comunicación social y periodismo, de la universidad surcolombiana, en la asignatura escritura II, en convenio con aldeasur.com ( Séptima entrega voces entre líneas)

Redaccion:Rosselen Yureina Barragán Marín

“No quiero que mi hijo sufra lo que yo sufrí.”

“Nadie te quiere como yo te quiero.” 

“Yo sé que es lo mejor para ti.”

Nadie nos enseña sobre la importancia de gestionar nuestras emociones y menos de cómo debemos actuar a la hora de ser padres, no hay un manual que nos diga cómo desempeñar este rol de forma perfecta. No existe manera de hacerlo sin tropezar en el intento, sin embargo, el miedo a equivocarnos es tan latente que preferimos huir o encerrarnos en una burbuja donde podamos proteger a los nuestros y a nosotros mismos. Este es el caso de muchos progenitores que a la hora de ejercer una paternidad manifiestan todos sus miedos y carencias de manera irracional  

Ser padre o madre, es una experiencia de la cual cada quien tiene su propia definición. Pero, sin lugar a dudas esta implica grandes responsabilidades  como, física, económica, emocional y socialmente. El saber que una persona depende cien por ciento de ti, asusta a cualquiera. Velar por el bienestar de ese pequeño ser humano saca los miedos más profundos de los niños grandes (adultos).  Miedo a repetir patrones, la presión social, traumas, entre otros, nos hacen confundir un amor sano por uno tóxico. 

En este afán por proteger a los hijos, se puede caer en la sobreprotección, mezclar el amor con la prohibición, el bienestar con la libertad, hace que el hogar se convierta en una prisión. Durante la etapa de la crianza de niños y niñas, es necesario crear espacios seguros donde ellos puedan sentirse protegidos, ahora, debemos evaluar, qué es protección y cuándo se están rebasando los límites del cuidado, pues por naturaleza el ser humano es protector, y eso es algo positivo y necesario para crear vínculos familiares y sociales.

No se debe trastornar el amor con la sobreprotección, aunque muchas veces a simple vista,  solo parezca que se preocupan por los niños, hay acciones que son muy recurrentes y traspasan los límites: resolver todos sus problemas por ellos, no permitirles tomar decisiones, la necesidad excesiva de tener el control, ceder a sus caprichos, no permitir que se expresen o sobrevalorar sus emociones y capacidades son algunas de las características de padres sobreprotectores.

Las consecuencias del sobreproteccionismo, saltan a la vista y son absolutamente fatales para el ser humano en desarrollo, consecuencias tales como dependencia; falta de autonomía en la toma de decisiones, afrontar dificultades, baja autoestima; dudas acerca de sus capacidades, falta de habilidades sociales; no se relacionan tan fácil con los demás y se les dificulta adaptarse a un nuevo entorno. 

Pero ¿cómo no cruzar los límites, cómo ponerle el pecho a la situación y no morir en el intento? Lo primero que se necesita para confrontar la sobreprotección es comprender que el error es parte de la vida y que no está mal equivocarse, brindarle a los niños y niñas oportunidades para tomar decisiones, atravesar desafíos y permitirles equivocarse para aprender desde la experiencia, potenciar sus habilidades, sin sobre valorarlas, asumir responsabilidades y acompañar siempre el proceso. Además de proporcionar una comunicación abierta y honesta, darles soluciones mas no solucionarles, desarrollar habilidades de autorregulación y acudir a la ayuda profesional de ser necesario. 

Pasar la línea está mal, es entendible el miedo al mundo exterior, que lo que le pueda pasar a un hijo o hija, ejercer la paternidad es complicado, hay muchas expectativas por cumplir y pocas herramientas para lograrlo, sentirse acorralado es completamente normal, sin embargo, que esto no nos nuble la vista. Tenemos que hallar un equilibrio entre el cuidado y la sobreprotección, todo desde el amor. No está mal querer proteger, más todo en exceso es perjudicial, recordemos que sobreproteger un hijo no es cuidarlo, es incapacitarlo para la vida.

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