“Es un pésimo síntoma para el ejercicio periodístico. Su retiro obedece a la petición de los accionistas de la emisora”

Fuera un error o no la publicación del video, la renuncia no voluntaria de Vicky Dávila de La FM es una mala señal para los demás periodistas que investigan a altos funcionarios públicos. Digo renuncia no voluntaria, porque su retiro obedece a la petición de los accionistas de la emisora, los mismos dueños del canal del cual fue echada unos meses atrás. En efecto, no fue porque Vicky lo quisiera, pues la propia periodista defendió su decisión editorial durante buena parte de la emisión del día 17 de febrero.

Ahora bien, el debate de hasta dónde va el límite entre el periodismo y la vida íntima de los funcionarios públicos es muy amplio y merece mucha reflexión, sobre todo cuando en medio de las denuncias hay una lista de crímenes como violaciones sexuales, trata de personas, asesinatos y abuso de poder. Además que los involucrados son altos funcionarios del poder ejecutivo y de la fuerza pública. Por tanto es un tema que no se puede tomar a la ligera.

La Red Ética Segura de la FNPI (Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano) señala para este caso que la intimidad de las personas reduce su alcance cuando se trata de funcionarios públicos como lo era el viceministro Ferro. Además advierte que lo que debe precisarse es si se rechaza la orientación sexual o el abuso de poder puesto al servicio intereses personales.

Y en ningún caso La FM puso en cuestión la bisexualidad de Ferro, sino que presentó el video dentro de un contexto que es la acusación de una víctima de la red de trata de personas conocida como la “Comunidad del Anillo”. El video, por tanto, forma parte de una de las pruebas que el denunciante compiló para soportar sus denuncias. Muestra que el ahora capitán de la policía sí tuvo relaciones con Ferro, algo que el viceministro negó por los medios antes de la publicación del material audiovisual.

Entonces afirmar que Vicky Dávila violó la intimidad del viceministro es apresurado, simplista y sirve como cortina de humo para ocultar la complejidad de la denuncia. El país –y los medios en general –ahora se expresan en torno a la homosexualidad desde una perspectiva homofóbica y en torno a la ética periodística desde el revanchismo contra la periodista. Pero poco o nada se investiga sobre los presuntos asesinatos y las violaciones que el capitán de la policía denunció.

Esta es una mala señal para el periodismo, que se pervierte más cuando el propio presidente Juan Manuel Santos por una cadena internacional quiere dar clases de ética periodística. El mismo presidente que engañó al país, pues hace dos meses prometió que establecería de inmediato una comisión para investigar las denuncias de la denominada “Comunidad del Anillo”, pero que sólo hasta la publicación del video y la repercusión de la denuncia periodística en la Procuraduría efectuó esa comisión.

Así pues, esta salida de la periodista de una de las emisoras más escuchadas representa un peligro para la profesión. No porque Vicky Dávila sea un ejemplo del periodismo, sino porque detrás de esta historia periodística hay un equipo de trabajo que se la sudó, un grupo de periodistas rasos que buscan desentrañar un caso de abuso de poder que bien puede asemejarse a la película Saló o los 120 días de Sodoma, del poeta Pier Paolo Passolini. ¿Cómo, entonces, un periodista va a investigar a un alto funcionario del gobierno si ve que incluso los periodistas más mediáticos son sacados por la puerta de atrás y a sombrerazos cuando lo intentan?

Por: Carlos Eduardo Neira Acevedo, las2orillas.com

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