El 23 de febrero del año 1997 en horas de la tarde, la comunidad de la Villa de San Sebastián de La Plata se enteraba del asesinato de su alcalde Jorge Eduardo Durán Rozo, en hechos ocurridos en la vereda San Vicente, cuando el mandatario regresaba de un almuerzo al que había sido invitado.
Gran consternación se vivió aquel día en La Plata, la gente no daba crédito a la trágica noticia, y en los corrillos se escuchaba toda clase de especulaciones sobre las causas del homicidio.
La calidez humana del abogado Durán Rozo había sido merecedora del cariño de su pueblo, el mismo que le significó el voto de confianza para acceder a la alcaldía en dos ocasiones; destacando que fue el primer mandatario en ser elegido a través de elecciones populares para los periodos 1988 – 1990 y 1995 – 1997.
Jorge Eduardo nació en Pitalito en el año 1955, hijo de Octavio Durán Vargas y la señora Bertha Rozo; de su padre, quien fue parlamentario, heredó la pasión por la política. A la edad de cinco años llegó a La Plata, en esta ciudad inició su formación académica; en el colegio San Sebastián cursó primaria y secundaria. Luego de esa etapa viajó a la ciudad de Bogotá e ingresó a la Universidad del Rosario, allí estudió Derecho y Ciencias políticas y se tituló abogado.
Su vida profesional y pública se desarrolló en el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA); Caja Nacional de Previsión Social, en la ciudad de Neiva; Beneficencia del Huila y como Secretario de Hacienda del Huila, antes de ser elegido alcalde de La Plata; fue diputado del Huila en los años 1992 – 1993 y 1994.
Excelente hijo, hermano, ciudadano y gran amigo de sus amigos; Jorge Eduardo se ganó el cariño de la gente por la manera de ser. Con igual respeto trataba a quien se le acercara, sin importar condiciones o estrato. Muchas personas provenientes de diferentes y lejanos sitios de la geografía plateña acudían a las instalaciones de la administración municipal, con el propósito de hablar, encontrar ayuda, o exponer alguna situación de su comunidad al alcalde Durán, si bien es cierto, en muchas ocasiones debían esperar a que se les atendiera, sabían que el mandatario no se iría sin recibirlos y escucharlos.
Hoy, veinte años después de su muerte, el recuerdo de Jorge Eduardo Durán Rozo permanece latente en el corazón de su gente. Y es que no es fácil olvidar a un hombre y ciudadano íntegro, que se proyectaba como gran representante del partido Conservador a nivel nacional, y que muy seguramente, por sus capacidades intelectual y profesional, habría llegado a los escenarios políticos de primer orden como Cámara de Representantes y Congreso de la República.
Al conmemorar esta fatídica fecha, vale la pena reflexionar y pensar por un momento, que el mejor homenaje que podemos hacer a la memoria de Jorge Eduardo Durán Rozo, es unir fuerzas y proyectar a La Plata con representantes de nuestra tierra con disposición permanente al trabajo, para ejecutar acciones que propendan el desarrollo de nuestro municipio.
Hace dos décadas acabaron con la vida de un líder como Jorge Eduardo, sin embargo, su ideal y pensamiento quedaron como legado para quienes asuman el compromiso de llevar estas banderas y ser aportantes en la construcción del verdadero ‘Polo de desarrollo’ del suroccidente del Huila.
Por Luis Carlos Anaya Toro