La paz, desde la escuela
“La educación no cambia al mundo, cambia al hombre que va a transformar el mundo” Paulo Freire.
En el lV congreso iberoamericano, Vl nacional de calidad y V encuentro de docentes iberoamericanos que se realizó en la ciudad de Cartagena, se abordaron temáticas que confluyeron al logro de la paz. Fue un movimiento pedagógico y social por una educación de calidad. Los maestros estamos llamados a contribuir en la construcción de una sociedad pacífica y con calidad de vida, en donde se conviva civilizadamente, no a pesar, sino gracias a nuestra heterogeneidad.

Como maestra, y desde mi rol en el Liceo Freire, considero que la responsabilidad esencial con nuestros estudiantes no es enseñar sino, más bien, inspirar. Y es por ello que, como mencionó Julián de Zubiría, en lugar de 15 asignaturas desarticuladas que se “orientan”, la educación básica debería proyectarse al desarrollo de tres competencias para la vida: Pensar, Comunicarse y Convivir. Tenemos un modelo de escuela totalmente perverso, en donde se estudia para satisfacer al otro con resultados de exámenes. Existen colegios que proponen formar profesionales, pero ¿si en la escuela nos preparan para el trabajo, dónde nos preparan para la vida? El trabajo, como expresó Francisco Cajiao, es tan solo una parte de esta. También vinimos a cantar, a sonreír, a enamorarnos, a convivir, a tomar decisiones, a ser felices… no un trabajo que en últimas produzca dinero, a cambio del tiempo robado a nuestras familias. Esto no es calidad de vida.
Es importante entonces, pasar de modelos autoritarios a modelos democráticos, en donde sea el estudiante quien decida qué y cómo aprender, no donde haya un adulto imponiendo conceptos que ya existen y que no tienen significado para él. Los estudiantes deben tener oportunidad para elegir entre diferentes propuestas de trabajo, y así potenciar su autonomía. Pero claro… esto no es fácil de comprender, y menos en una sociedad en donde se piensa que los resultados de unas pruebas miden la capacidad de los niños para solucionar problemas, o donde se piensa que un examen determina su cualidad de SER, de VIVIR. ¿En cuántas ocasiones los grandes exitosos académicamente son quienes más han causado daño a una sociedad e incluso a sus propias vidas? No se trata tampoco de libertinaje… se trata de observar las mil formas de lenguaje de los niños. Es a través del amor, de la tolerancia, del respeto y la escucha, en que se puede llegar a cualquier persona y, junto a ella, construir nuevas perspectivas, nuevos conocimientos, nuevas reflexiones, nuevos argumentos y porque no, una nueva sociedad.

Es innegable el deseo de la paz en nuestra sociedad, así como es innegable que en nuestras manos como maestros, tenemos el presente, pero también el futuro de nuestro país. Es en el aula el mejor lugar para empezar a sembrar esperanza. Es aquí donde nuestros estudiantes deben resolver conflictos, entendidos estos como una oportunidad de encontrar las mejores alternativas para resolverlos y vivir en armonía. Y es aquí donde debemos incentivar la interpretación, mientras se omiten ciertas informaciones que se pueden encontrar al solo presionar una tecla de la computadora, porque lamentablemente, como Dino Segura reflexiona, la escuela hoy está basada en la información, no en el conocimiento.

Pero, ¿cuál es la mejor manera de construir paz desde la escuela? Esta pregunta no tiene tampoco una mejor respuesta, pero quizá tenga muchas alternativas que propongan transformar la conciencia. A mi parecer, no es nada difícil empezar a sembrar justicia desde un salón de clases, en donde un amigo se burla de otro. Es ahí, queridos colegas, donde toma relevancia nuestro rol como maestros… es ahí donde en realidad deberíamos enfocarnos. Tampoco es difícil inspirar a nuestros estudiantes hacia la tolerancia, el buen trato, el respeto y el amor, si nosotros mismos somos su ejemplo. No es imposible que se comprenda la importancia de cumplir los deberes o las reglas, cuando éstas son construidas en equipo. No es para nada complicado empezar a respetar los roles de la sociedad, cuando se ha comprendido que no hay profesión digna o indigna si hay un objetivo en común por el bienestar de todos. No es tampoco un camino sin salida, si se empieza a abrir espacios para la integración con las familias y se lucha por el respeto a los derechos de los niños. La paz, desde la escuela, Sí es posible.
Para ww.aldeasur.com
Por. Nataly Yorleni Yara S.
Docente Liceo Freire
