Sam Ballard se encontraba en una fiesta de amigos, compartiendo chistes, bromas y retos; sin imaginar que esto acabaría con su vida.

Sam, tenía 19 años y para no ser llamado gallina aceptó el “reto” de comer una babosa que se cruzó por la mesa.  «Estábamos sentados aquí para pasar una noche apreciando el vino tinto, tratando de actuar como adultos y una babosa llegó arrastrándose por aquí», explicó Jimmy Galvin, uno de sus mejores amigos.

420 días en coma:

No se enfermó de inmediato, pero se quejó de un dolor fuerte en las piernas, después le diagnosticaron una infección en el cerebro causada por un parásito conocido como Angiostrongylus Cantonensis, el cual se encontraba alojado en la babosa, después de que esta se había alimentado de heces de rata, a raíz de la situación el joven contrajo una enfermedad llamada “meningoencefalitis eosinofílica”, cuyos síntomas principales son dolor de cabeza intenso, náuseas, vómitos, convulsiones y otros trastornos neurológicos. Aunque, por regla general, la enfermedad tiene cura, el joven australiano quedó tetrapléjico tras permanecer 420 días en coma.

Antes del «reto» Sam, era un apasionado por los deportes y se había convertido en jugador de rugby australiano.

Katie Ballard, la madre de Sam, describió lo difícil que había sido la vida para él. No podía comer por sí mismo y necesitaba ayuda para ir al baño. Galvin señaló que se disculpó con Sam por no haberlo detenido aquella noche del 2010. Cuando lo hizo, Sam «comenzó a llorar».

Murió la primera semana de noviembre, 8 años después de que enfermó; las últimas palabras a su madre fueron «Te amo».

Sam, falleció rodeado de su familia y compañeros, que durante meses realizaron cruzadas en redes sociales recaudando fondos para apoyarlo económicamente en el tratamiento.

Fotografías: Sunday + Fuente: Tiempo 26, LaRepublica, LAD

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